'El euro nos dará un sentido de identidad europea'
Pedro Solbes es, sin lugar a dudas, el político español que ha seguido más de cerca y durante más tiempo la incorporación de España a la UE y el proceso de construcción europea. Desde 1973 como consejero comercial en la misión diplomática española ante la entonces Comunidad Europea hasta hoy como comisario de Asuntos Económicos y Monetarios del Ejecutivo comunitario, pasando por asesor del ministro de Relaciones con la Comunidades o secretario de Estado de Relaciones con la CE. 'He seguido todo en primera línea', dice. Ahora también observa desde una atalaya privilegiada un acontecimiento europeo histórico como es la introducción del euro.
Pregunta. En septiembre cumplirá dos años como comisario. ¿Cuál es su balance?
Respuesta. Es una cartera muy sensible desde el punto de vista del procedimiento de integración europea. Tenemos un mandato muy claro en el Tratado de la UE de avanzar en la coordinación de las políticas económicas en un sistema de Unión Monetaria, y en ese terreno se notan las tensiones que se generan en los Estados miembros. La coordinación es un tema difícil y delicado. Hemos avanzado algo, pero no podemos estar satisfechos. Además, está el euro, que es un éxito en términos globales aunque el tipo de cambio haya distorsionado su imagen.
P. ¿Cree que se ha especulado desde EE UU contra el euro?
R. No creo en las visiones conspirativas de la historia. Sí creo que los mercados aprovechan las situaciones a su favor. Por supuesto que los antieuro lo han utilizado, evidentemente, sí. Pero eso cabe esperarlo. Todavía hay notas en la prensa diciéndonos ¡ojo con la introducción del euro, están ustedes entrando en un camino muy peligroso, están todavía a tiempo de echarse atrás y, por lo tanto, olvídense del tema!
P. Pero el euro es irreversible.
R. El euro está en marcha desde hace tres años.
P. ¿Cómo van los preparativos para su puesta en circulación?R. Son muy complejos. Distribuir monedas y billetes en cantidades impresionantes, sólo pensar en la seguridad y en que llegue todo a su sitio es una operación enorme. Además, hay que pensar en la incidencia sobre el ciudadano.
P. ¿Está preocupado por el grado de preparación del ciudadano?
R. Si analizamos el momento actual, debería preocuparnos. Pero el temor del ciudadano crecerá a medida que se acerque el 1 de enero, y eso le generará interés en seguir las campañas de información y se preocupará más. Eso puede ser positivo.
P. ¿Y las empresas?
R. Las grandes van más o menos bien. Las pymes tienen dificultades. Las estadísticas dicen que el 70% están preparadas, pero no creo que pasen del 30% o el 40% las que están preparadas de verdad. La compra de un programa informático no es suficiente. Hay que aplicarlo y verlo funcionar.
P. Las administraciones locales van en el furgón de cola.
R. No sólo las locales. Insistimos en que las administraciones públicas nacionales hicieran toda la contratación pública este año en euros y tampoco han cumplido.
P. ¿Qué ventajas destacaría del euro para la economía europea?
R. La ventaja fundamental es la estabilidad del tipo de cambio, que repercute en la transparencia de precios. Eso es lo que se busca, el concepto de claridad, de transparencia y de un mercado más amplio que ofrece más posibilidades y más competencia.
P. ¿Y para el ciudadano?
R. No son muy distintas. El ciudadano ya percibe alguna ventaja aunque no sepa que se debe al euro. Por ejemplo, la reducción de los tipos de interés y la evolución de las hipotecas. Pero también va a percibir inmediatamente que, cuando entre y salga de su país, funcionará con la misma moneda. Esto nos dará un sentido de identidad europea radicalmente diferente al que hemos tenido hasta ahora.
P. Hay quien sostiene que el euro ha exigido demasiada preocupación por controlar la inflación y no tanta por crear empleo.
R. Aquí tenemos un debate teórico sobre si se crea empleo con más política de déficit o con una política de déficit más restrictiva que nos permita una política monetaria más expansiva. Creo que la segunda fórmula es mejor que la primera.
P. Ése es el debate derivado de la coordinación de las políticas económicas.
R. El Tratado dice que la política monetaria es única y las políticas económicas son nacionales, pero hace falta que estén coordinadas para que la política de uno o varios Estados miembros no sea distinta a las del resto. La política de un Estado miembro puede afectar negativamente a los demás. El que actúa por su cuenta y saca ventaja de los demás no es coherente. Es el caso de Irlanda, un país con muy poco impacto en el sistema general, pero que sigue un comportamiento muy contradictorio con lo que todo el mundo hace. En un momento en el que se están siguiendo políticas presupuestarias poco expansivas, hay un país que actúa con criterios de una gran expansión.
P. Pero el problema del déficit afecta sobre todo a los países más grandes de la UE, como Alemania, Francia e Italia.
R. Es cierto, pero por problemas distintos.
P. ¿Tiene que existir Mister Euro?
R. No, porque no es el modelo. El euro tiene dos caras, una monetaria, que es el Banco Central Europeo, y otra económica, que es el presidente del Eurogrupo, apoyado por la Comisión. Ése es el elemento institucional que funciona. Mister Euro quiere decir alguien que tiene capacidad de tomar decisiones de política económica común. Me gustaría que eso fuera posible, pero no hemos avanzado tanto en el proceso de integración.
P. Algunos apuestan por un gobierno económico europeo.
R. Eso sí. El problema es saber en qué consiste. ¿Que todos hagamos lo mismo o que sea coherente lo que hacen los quince Gobiernos nacionales? La idea del Eurogrupo en ese sentido es positiva. Pero esto no es EE UU, es otra cosa.
P. ¿Pero se puede avanzar con una Unión Monetaria sin avanzar en una mayor integración política?
R. Si partimos de que todos los problemas se derivan de que no tenemos una unión política, eso nos lleva a concluir que es mejor no hacer nada y que nos quedemos como estamos. Pero lo cierto es que queremos avanzar juntos. Mientras los parlamentos, los gobiernos y las opiniones públicas no sean conscientes de que formamos parte de algo más que se llama la UE, será difícil avanzar.
P. ¿Es partidario del impuesto europeo?
R. No me planteo un trauma por introducir ese impuesto. Es falso decir que supone un coste adicional y una mayor presión fiscal. Se trataría de sustituir una fuente de financiación por otra. El problema está en qué impuesto nos puede dar un sistema de aportación equitativa en función de los criterios políticos que definamos.
P. ¿Cree que ese impuesto identificaría más al ciudadano con la UE?
R. La idea es ésa. Cada uno sabría lo que paga a Europa y lo que podría exigirle por ese precio.
P. Este debate se produce en un momento en el que se critica la lejanía con los ciudadanos
R. Estamos muy preocupados. Vemos desde hace diez años un cambio negativo en la opinión pública. Hay factores que se deben a nuestra propia responsabilidad y otros que no, como la idea de convertir Bruselas en el chivo expiatorio de todo lo negativo.
P. Pero buena parte de las acusaciones se centran en que Bruselas habla de lo que interesa a los Estados, y no de lo que interesa a los ciudadanos.
R. Sí. Pero hay temas, como el empleo o el medio ambiente, en el que no disponemos de instrumentos jurídicos para avanzar.
P. ¿Se siente más a gusto con la idea de unos Estados Unidos de Europa o con la de una Federación de Estados-nación?
R. Soy partidario de un modelo federal y se puede seguir avanzando en esa línea. Ya hay elementos de federalismo en el modelo actual. Pero la utopía no es aplicable a la práctica diaria. También defiendo una Constitución para la UE, pero creo que no es una idea aceptable para los Quince. Por tanto, si queremos avanzar en el proceso de construcción europea hay que buscar fórmulas aceptables para todos.
P. El reparto de competencias entre la UE, los Estados y las regiones también es un tema conflictivo y hay que abordarlo.
R. Eso sólo se puede resolver con un pacto político sobre quién hace qué. Europa está entrando en demasiados detalles y quizás no aborda lo genérico. Pero también tendría que haber un sistema sancionador más claro y un predominio del derecho comunitario también más claro.
P. ¿Faltan hoy líderes en Europa?
R. La modernización de Europa o la caída del muro son circunstancias que crearon personajes de talla con importantes relaciones entre ellos. Hoy no percibo una convergencia de líderes como existía hace unos años.
P. Tampoco parece funcionar bien el eje París-Berlín.
R. Hay unas buenas relaciones entre París y Berlín, pero esa relación de iniciativa que vivimos en otros momentos hoy no está funcionando.
P. ¿Por eso no avanza la UE en las mejores condiciones?
R. El problema es de conceptos. Si se entiende por eje que todos tienen que seguir un modelo pactado por ellos dos será difícil avanzar. Si se entiende como una fuente de propuestas que luego debaten los demás, entonces es un elemento positivo.
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