Antes, mejor
Mejor como estaba. Me refiero al viejo y destartalado caserón del siglo XVI que hasta hace algo menos de dos años lucía sus escudos heráldicos junto a la plazuela del Cordón y sobre cuyo portalón podía leerse que en su solar se ubicaron las casas de Iván de Vargas, insigne personaje de la Villa a quien san Isidro sirvió como criado. La finca, de propiedad municipal, sin poseer los valores arquitectónicos de otras del Madrid histórico, aportaba al lugar la coherencia y el sabor que los amantes de nuestro pasado buscamos en las ciudades.
Hoy, como consecuencia de unas pretendidas obras de rehabilitación iniciadas (y paralizadas), el edificio se encuentra 'enterrado' bajo un conglomerado de hierro, hormigón, hojalata y mallas de plástico que confieren al entorno la desolación de las inacabadas obras comenzadas o anunciadas durante los procesos electorales. Y todo esto, a 50 metros del Ayuntamiento, en uno de los entornos más emblemáticos de nuestra ciudad.
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