Después de Génova
El estado de gracia le ha durado a Silvio Berlusconi mucho menos que en su anterior mandato. (...) Tan sólo dos meses le han bastado al presidente del Consejo italiano para encontrarse de nuevo en medio de la tormenta. La cumbre del G-8 en Génova estaba prevista desde hacía mucho tiempo, y creía que si algo salía mal podría echarle la culpa al Gobierno anterior, responsable de la organización del evento.
Sin embargo, es evidente que lo que viene después de Génova va a constituir una dura prueba para el Gobierno. Berlusconi cuenta con los medios políticos para sobrellevarla: su mayoría es sólida, su legitimidad electoral está todavía fresca, él mismo tiene mucha más experiencia y, sobre todo, la oposición de izquierda no representa un adversario en absoluto temible. El ministro del Interior, Carlo Scajola, ha llevado muy mal las manifestaciones de Génova, (...) pero está llevando bastante bien el día después: su amigo Silvio no ha prescindido de él, y además, haciendo que el Parlamento dé el visto bueno a la actuación de las fuerzas del orden, avergüenza a una izquierda que en los últimos años ha defendido el respeto de la ley.
Los efectos de este G-8 en la imagen de Berlusconi, de quien se dice que su imagen no es la menor de sus preocupaciones, han sido lamentables. ¿Ha sido demasiado brutal o se ha visto superado por los acontecimientos? En ambos casos, la conclusión es poco halagadora. (...) El sonriente Cavaliere tendrá que hacer olvidar muchas cosas: los gritos de 'asesino' de los manifestantes o su papel de eficiente mayordomo del Palacio Ducal, ajeno a los peligros. (...)
París, 27 de julio
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