Por la no violencia
La televisión ha ofrecido imágenes de violencia callejera que preocupan a políticos y ciudadanos. Pero ¿cuál es el significado de estos hechos? A mi juicio, pueden distinguirse dos cuestiones. En primer lugar existe un problema real: la vivienda en Barcelona es muy cara, faltan pisos de alquiler y esto tiene graves consecuencias sociales y económicas: retrasa los matrimonios, hace bajar la natalidad y frena la movilidad espacial en el trabajo. Y esto sucede aunque la Constitucion (artículo 47) reconoce el derecho a una 'vivienda digna y adecuada' y obliga a los poderes públicos a promover 'las condiciones necesarias ... para hacer efectivo este derecho ... impedir la especulación'.
¿Justifica esta situación la violencia física contra la policía? No creo que el recurso a la violencia sea proporcionado al problema de la falta de vivienda. Hay que buscar caminos más pacíficos de presión y diálogo. Pero tampoco está justificada la indiferencia política ante el derecho a la vivienda.
Pero, en segundo lugar, la tentación del sistema es ocultarse a sí mismo sus graves carencias sociales. La consecuencia es rechazar fuera del sistema a los que proponen modos de vida alternativos, con el peligro de bloquear las transformaciones más humanizadoras y necesarias. Pero, por otra parte, la tentación de los movimientos sociales alternativos es aceptar la violencia como un medio de lucha. En esto lamentablemente no son alternativos: al aceptarla demuestran estar todavía dentro del sistema ya que la violencia sigue incrustada en el mismo.
Los movimientos sociales sólo serán realmente alternativos si asumen decididamente una cultura de la paz y de la no violencia como la que Gandhi, cuyo país estaba en condiciones mucho más duras que el nuestro, reivindicó contra viento y marea.
¿Qué hacer? La cuestión de fondo no consiste en legalizar la okupación, sino en activar políticas que atiendan los problemas reales de la población. La democracia necesita reglas de juego, pero éstas deben permitir el diálogo con proyectos alternativos de sociedad. Sólo una sociedad y un Estado imbuidos de una cultura de la paz y de la solidaridad universal podrán discernir adecuadamente tales alternativas.
Josep Miralles es profesor de Sociología en el Departamento de Ciencias Sociales de ESADE.
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