Sobre la exposición de Jarque
Deseo expresar mi desagrado por el artículo publicado, días pasados, sobre la exposición del pintor Jarque cuyo tema es el desnudo de determinadas imágenes sagradas.
El artista desconoce las más elementales reglas de respeto hacia las creencias ajenas y ha montado su exposición sobre el más crudo escarnio de los sentimientos íntimos de cientos de miles de personas. Parece que la genialidad del artista exige esos sacrificios.
Podría decirme que no proteste a EL PAÍS porque no ha sido el autor del evento. No estoy de acuerdo. El enloquecido señor Jarque va de iconoclasta por la vida y tal vez lo acabará pagando, pero ustedes han de tener la suficiente prudencia para no convertirse en colaboradores necesarios de algo que es repugnante de por sí. Es algo distinto del deber de informar porque esto se puede hacer de muchas maneras: por ejemplo, sin dar realce al insultante evento.