Montserrat Caballé conquista Peralada en un emocionante concierto lírico
El mal tiempo no logró empañar la inauguración del festival, que alcanza su 15ª edición
Lluvia, rayos, truenos y una tramontana que enfriaba los ánimos tuvieron con el alma en vilo a los 1.600 espectadores que acudieron al concierto inaugural de la 15ª edición del Festival de Peralada. La presencia en el cartel de Montserrat Caballé y otros seis artistas del bel canto -la también soprano Montserrat Martí, los barítonos Carlos Álvarez y Lluís Sintes, el bajo Stefano Palatchi, el tenor Óscar Marín y la mezzosoprano Nomeda Kazlaud- prometían una noche de furor lírico que nadie quería ver truncada por las adversidades meteorológicas.
El público soportaba estoicamente el mal tiempo, enfundado en los chubasqueros de plástico y protegiéndose con los paraguas repartidos por los organizadores. La lluvia no cesaba. Con media hora de retraso respecto al horario previsto (22.00 horas), los músicos y cantantes de la orquesta y el coro de la Ópera Estatal de Hungría ocuparon sus puestos en el escenario, pero el público aún temía una cancelación inminente. La aparición de una sonriente Montserrat Caballé, acompañada por Óscar Marín y el director de orquesta Miquel Ortega, marcó finalmentente el inicio de lo que sería una larga, emocionante e intensa noche de ópera que duró más de tres horas.
Desde su primera edición, el de Peralada siempre ha sido un festival de grandes voces que ha jugado sus más seductoras bazas en el mundo de la lírica, y Caballé, que participó el 18 de julio de 1987 en el Réquiem de Mozart con el que se inauguró la primera edición del festival, volvió a reinar en un concierto sin concesiones nostálgicas al pasado. Caballé tenía ganas de celebrar por todo lo alto un cumpleaños que es también el suyo: 15 años de entrega común y apasionada a la ópera. Y lo hizo exhibiendo una calidad vocal, una intensidad expresiva y un poder comunicativo que elevarpn extraordinariamente la temperatura de una noche pasada por agua.
La diva catalana brilló en una primera parte consagrada en su mayoría a Giuseppe Verdi en conmemoración del centenario de su muerte. La velada arrancó con el aparatoso Himno de las naciones, y desde su primera intervención Montserrat Caballé cautivó al público derrochando energía, potencia y sabiduría vocal. Su matizada y exquisita interpretación de la 'Canción del sauce' y el 'Ave María' de Otello fue una de las perlas de una noche mágica para la gran soprano.
Caballé cantó en solitario una escena de La Vièrge, de Massenet, y la popular sardana de la zarzuela Cançó d'amor i de guerra, de Martínez Valls, en la que se marcó unos pasos de baile con su proverbial sentido del humor. El barítono Carlos Álvarez y el bajo Stefano Palatchi cosecharon también un gran triunfo en sus intervenciones: estuvo espectacular el barítono malagueño en sus arias de Ernani, de Verdi, y Faust, de Gounod, y en una intensa versión de la romanza de Maravilla, de Moreno Torroba, que provocó el delirio del público, y rotundo el bajo barcelonés en las arias del verdiano Simone Boccanegra y la romanza de Simpson de La tabernera del puerto, de Sorozábal.
En su reaparición en un escenario español tras el grave percance de salud que sufrió el pasado abril, Montserrat Martí también sedujo al público con una voz que ha ganado cuerpo y proyección, segura en el peligroso 'Caro nome' de Rigoletto, de Verdi; espléndida en la romanza de El cabo primero, de Fernández Caballero, y soberbia musicalmente en el dúo de Romeo y Julieta, de Gounod, junto al entregado Óscar Marín.
La mezzosoprano lituana Nomeda Kazlaus, que efectuaba su debut en España, brilló especialmente en la gran escena de las dos reinas de Maria Stuarda, de Donizetti, manteniendo el tipo frente a una Caballé que causó sensación. Las dos protagonistas de la escena estuvieron acompañadas por Palatchi, Marín, Martí y el barítono menorquín Lluís Sintes, que resolvió muy bien sus breves intervenciones en la velada.
Babelia
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