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Columna
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Dios nos ampare

Juan José Millás

Vuelve, en muchos aspectos, la posguerra. Varios vecinos de una calle de Chamberí sufren apagones de luz desde hace un mes. En la posguerra, estos apagones tenían gracia, porque no había tele ni neveras eléctricas, no había nada (hasta la radio era de galena), de modo que la oscuridad reinante permitía la creación de una televisión interna. Los niños de aquellos años deben más a la oscuridad que a la luz, pues cuando el pasillo se llenaba de fantasmas, la cabeza se llenaba de ideas, y la casa, con todas las velas encendidas, olía a catacumba. Todo eran ventajas narrativas. Alrededor de la llama siempre había alguien que se animaba a contar historias de aparecidos. Cuando se iba la luz, en fin, venía el bisabuelo muerto. Una cosa por otra. Pero ahora, en lugar de aparecerse el bisabuelo, se descongela la merluza, lo que, además de ser menos creativo, es peligroso para la salud.

Vuelve la posguerra. Vuelve el macho aficionado a chistes de mariquitas y toda esa basura que a veces se promociona desde la televisión pública. Y no sólo desde la televisión pública, sino desde la universidad estatal.

Un profesor de Ciencias de la Información de la Complutense obliga a sus alumnos a leer (y a comprar, por tanto) un libro suyo, que cuesta 4.000 pesetas, completamente lleno de perlas franquistas y del rigor intelectual consecuente. El profesor, Juan Ignacio Hernaiz Blázquez, equipara la homosexualidad a la zoofilia (qué animal) y explica a sus alumnos que 'en la sociedad de consumo gran parte de la juventud ha sido pervertida por la droga, el alcohol, el tabaco, la homosexualidad, el lesbianismo y el confort'.

Ignoramos qué relación hay entre estos asuntos, pero, cuando éramos pequeños, los curas también achacaban al confort todos los males de este mundo. Los curas nos prohibían cosas que a nosotros, sin su ayuda, jamás se nos habrían ocurrido, y es que el represor quiere prohibir en los otros lo que no puede controlar en sí mismo. Fíjense en esa foto del Videla comulgante, y lean luego con qué se excitaba sexualmente este secuestrador de niños.

El texto en cuestión está prologado por el decano de la Facultad, lo que le pone a uno los pelos de punta, pues una cosa es esperar poco de la universidad pública, y otra, que te den esta tanda de aceite de ricino. Casi se alegra uno de que el índice de lectura sea bajo (España es el país de Europa en el que menos se lee). Los que no leen no se tropezarán jamás con esta joya intelectual avalada por un decano del siglo XXI. Se dice pronto.

Pero una posguerra no lo sería del todo sin la aparición de Carmen Franco, viuda de aquella eminencia médica llamada marqués de Villaverde y huérfana del general Ísimo. Pues eso, que coincidiendo con los apagones de luz (que amenazan con generalizarse) y la lección de homofobia de herr Hernaiz, nos hemos enterado de que Carmen Franco ha solicitado una pensión del Estado en calidad de huérfana del dictador. Se estima que el dictador (a cuyo entierro acudió Pinochet disfrazado de vampiro) dejó una fortuna de 20.000 millones de pesetas de la época. 20.000 millones: una cantidad modesta que cualquier militar puede llegar a reunir si no se deja atrapar por el confort y ahorra. Todo el mundo sabe que no es necesario corromperse en absoluto para, habiendo salido de la nada, y con un sueldo de funcionario, juntar veinte veces 1.000 millones.

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Pues eso es lo que pasa, que como el general Franco, que odiaba el confort, no quiso corromperse, sólo dejó a sus herederos 20.000 millones de pesetas, repetimos. La pobre huérfana se encuentra con el agua al cuello, como es lógico, y ha pedido una pensión de orfandad que al parecer le ha sido denegada. Si hay algo peor que el confort, es el revanchismo. ¿Acaso pretenden empujar a esta pobre huérfana a la delincuencia que milagrosamente evitó su padre?

Vuelve, en muchos aspectos, la posguerra. Ahí están los cortes de luz, y los cortes de inteligencia, y las enfermedades del pecho, y el aceite adulterado, y Carmen Franco, y los chistes de mariquitas.

Menos mal que tuvimos una transición modélica, tres transiciones modélicas, según José María Aznar, pero el proceso no se completará hasta que la hija de Franco reciba una pensión del Estado como Dios manda. Después de todo, si el general y su señora hubiesen carecido de escrúpulos, podrían haberse enriquecido ilegalmente y esta pobre mujer no necesitaría ahora mendigar.

Dios nos ampare.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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