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Reportaje:

Polonia pide perdón

Se cumplen 60 años de una matanza de judíos atribuida a los nazis, pero perpetrada por vecinos de las víctimas

Por boca de su presidente, con la televisión retransmitiendo en directo la ceremonia y una opinión pública dividida, Polonia pidió ayer perdón a los judíos por una matanza antisemita cometida y ocultada durante largo tiempo, culminando así un proceso de dolorosa introspección en un país que se siente, antes que nada, víctima del nazismo y de la guerra.

'Debemos pedir a la memoria de los muertos y a sus familias que nos perdonen', declaró Alexander Kwasniewski en la pequeña localidad de Jedwabne en el este de Polonia, donde en 1941 unos 1.600 judíos fueron asesinados por sus propios vecinos. Durante años el crimen fue atribuido a la Gestapo, pero un libro destapó la realidad que ha conmocionado y dividido al país; fueron los mismos polacos los que golpearon, dispararon, descuartizaron y quemaron a sus vecinos. También polacos..., pero judíos.

'Hoy, como hombre, ciudadano y presidente de la República polaca, les pido perdón en mi nombre y en el de aquellos polacos cuyas conciencias están conmovidas por este crimen', señaló Kwasniewski ante 3.000 personas, entre ellas familiares de las víctimas.

Todo sucedió el 10 de julio de 1941. Jedwabne, que había quedado bajo el yugo soviético tras el pacto Hitler-Stalin de 1939, estaba ahora en poder de los nazis. Ese día el 60% de la población fue asesinada, pero no por los ocupantes, como rezaba hasta hace poco la versión oficial. El alcalde y sus colaboradores animaron a los vecinos a atacar a los judíos del pueblo. En pocas horas cientos de personas murieron decapitadas, acuchilladas y asesinadas a tiros. Los supervivientes se congregaron aterrorizados en la plaza del pueblo, desde donde fueron conducidos a una serrería a la que la turba prendió fuego con los judíos vivos dentro. Mientras unos miraban, otros buscaban por las casas a los enfermos y a los niños pequeños para terminar con ellos.

Durante el régimen comunista, la verdad sobre la matanza fue ocultada por las autoridades y sólo salió a la luz el año pasado cuando el historiador estadounidense de origen polaco Jan Tomasz Gross publicó un libro titulado Los vecinos que generó un profundo debate en la sociedad. En agosto de 2000 dio comienzo una investigación de los hechos y en marzo de este año el primer ministro, Jerzy Buzek, y el cardenal primado de Polonia, Jozef Glemp, deploraron públicamente la participación de polacos en la matanza de Jedwabne.

'Ciudadanos polacos fueron asesinados por otros ciudadanos polacos', recalcó el presidente Kwasniewski en una ceremonia a la que asistieron el embajador de Israel, el ministro de Exteriores polaco y, a título personal, un obispo también polaco.

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Sin embargo, no todo fue arrepentimiento ayer en Polonia. La policía tuvo que frenar una marcha que se oponía a la petición de perdón por parte de Kwasniewski. 'Queremos protestar contra las mentiras según las cuales los polacos mataron a los judíos. Hemos venido a Jedwabne para defender la dignidad y el honor de la nación polaca', aseguraron los manifestantes. Otra persona opuesta al acto es el párroco de la localidad para quien todo fue organizado por los nazis, y la versión actual no es más que una mentira.

El punto central de la ceremonia de ayer se celebró en el lugar donde se levantaba la serrería. Allí el fin de semana pasado se inauguró un monumento consistente en un bloque de alquitrán con un trozo de madera quemado procedente de una tumba judía y la inscripción 'a la memoria de los judíos de Jedwabne y de la región, esos hombres, mujeres y niños, habitantes de esta tierra, asesinados y quemados vivos en este lugar el 10 de julio de 1941'.

El presidente Kwasmiewski deposita una ofrenda en un monumento en memoria de los judíos polacos asesinados.
El presidente Kwasmiewski deposita una ofrenda en un monumento en memoria de los judíos polacos asesinados.AP

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