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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre la manifestación antiglobalización

La manifestación del domingo día 24 de junio por el paseo de Gràcia de Barcelona contra la política capitalista neoliberal duró dos horas. Durante ese lapso murieron en el mundo 2.542 'niños y niñas menores de cinco años que perdieron la vida por causas susceptibles de prevención' y 134 'mujeres debido a complicaciones del embarazo y el parto que podrían haberse prevenido' (Unicef, Estado mundial de la infancia, 2000, pág. 16).

Contra eso nos estábamos manifestando pacíficamente, y contra la precariedad del empleo, el feroz ataque a las conquistas del sistema de bienestar, el estancamiento de los salarios, la privatización de servicios públicos esenciales, la discriminación y el maltrato de la mujer, la pena de muerte, las constantes violaciones de los derechos humanos, el racismo y la xenofobia, las mentiras mediáticas, el totalmente inútil y nefasto gasto militar, la impunidad de la corrupción, los grandes vicios de las democracias puramente formales y electorales y las gruesas barreras puestas a la participación popular en la creación de verdaderos regímenes democráticos, todo lo cual nos sume progresivamente en la incertidumbre y la angustia ante nuestro futuro y el de nuestros hijos. En una visión más abarcadora, nos manifestábamos también contra la prevalencia del hambre en muchas partes del mundo, contra la extrema pobreza que afecta a tantos, en particular a niñas y mujeres, mientras unos pocos gozan de una desmesurada y provocativa riqueza, contra la persecución y masacre de indígenas y campesinos, contra la práctica de la tortura, la explotación laboral de millones de niños, la falta de servicios sanitarios, agua potable y vivienda para una proporción enorme de la humanidad, contra el expolio de los recursos naturales y el desprecio a los derechos de la naturaleza, practicados irresponsablemente por quienes procuran a cualquier precio la captación de beneficios a corto plazo. Contra todo esto -que oscurece la existencia humana cerca y lejos, cuestionando nuestra capacidad de organizar una civilización justa en la que todos, y especialmente los y las jóvenes, vivamos con ilusión- nos estábamos manifestando, repito que pacíficamente, 30.000 personas.

Que a 53 años de la adopción de la Declaración de los Derechos Humanos venga la policía y nos dé de palos, criminalizándonos, por gritar contra estas cuentas pendientes de la historia refleja bien la pertinencia de nuestro grito y la necesidad de seguir gritando.

Desde mis 79 años de edad me digo y digo a los jóvenes: no renunciemos al sueño ni al ejercicio de nuestros derechos. Quienes envían a sus policías pretendiendo desalentar nuestra justificada y pacífica protesta están, ahora más que nunca, tan faltos de razón como sobrados de miedo.

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