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La esposa del ex canciller alemán Kohl se quita la vida tras una larga enfermedad

Hannelore Kohl, de 68 años, sufría una alergia fotofóbica que la obligó a recluirse en casa

Hannelore Kohl, secretaria de profesión y casada desde 1960 con el ya casi histórico ex canciller alemán Helmut Kohl, se suicidó ayer en la ciudad de Ludwigshafen, en el Estado federado de Renania-Palatinado. Su cuerpo sin vida fue encontrado en aquella misma casa familiar en la que atendió a innumerables huéspedes de Estado de su marido. Una mujer que ayudaba a la esposa del político alemán en las labores de limpieza la encontró muerta a las 11.15. Tenía 68 años, tres menos que el marido que deja atrás. La causa apuntada de su decisión: su 'desesperado' estado de salud.

Por la tarde, después de que la noticia del deceso corriera como la pólvora por los medios alemanes, la oficina de Helmut Kohl en Berlín informó de que Hannelore 'decidió quitarse la vida por su desesperado estado de salud'. La difunta dejó varias cartas de despedida, según un fiscal encargado del asunto. El ex canciller conservador, quien se encontraba en Berlín durante el trágico suceso, viajó en helicóptero ayer por la tarde a Ludwigshafen.

Desde 1993, Hannelore Kohl sufría de una extrema fotofobia. La alergia a la luz, probablemente ocasionada por un tratamiento de penicilina, desde hace año y medio le impedía salir a la luz del día, bajo el riesgo de sufrir severas irritaciones en la piel y problemas de circulación. Sólo de noche podía abandonar una casa completamente oscurecida. La enfermedad incluso le impidió asistir al matrimonio de uno de sus dos hijos, Peter, celebrado recientemente en Turquía.

Políticos alemanes de todos los partidos lamentaron ayer profundamente el fallecimiento. Entre las condolencias transmitidas figuran también aquellas de los ex presidentes rusos Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin. 'Fue una mujer maravillosa', manifestó Gorbachov, cuya propia esposa, Raísa, falleció en agosto de 1999. Ambas familias eran muy amigas desde los días de la caída del muro de Berlín, en 1989.

De estatura menuda y aspecto frágil, Hannelore Kohl, que acabó por ya no soportar la luz, siempre vivió a la sombra de su marido. Su estrategia para lidiar con la atención mediática fue rodearse de un aparentemente inquebrantable caparazón e intentar llamar la atención lo menos posible. Mimetizarse, por tanto, salvo en lo que se refiere a las muchas energías dedicadas a dos organizaciones de ayuda a personas con lesiones cerebrales, que ella misma presidía. 'En mi generación no se acostumbraba que la esposa ejerciera una profesión', dijo alguna vez, al admitir que le hubiese gustado estudiar ciencias naturales.

Contaba con el título de secretaria de dirección y conocimientos de francés e inglés. Pero no ejerció la profesión para la que se había preparado. En vez de ello, y casi a tiempo completo, se dedicó a ser la esposa del hombre más poderoso de Alemania. 'Adaptarse para mí no es una mala palabra', señaló en otra ocasión. 'Al fin y al cabo, fui yo quien se decidió por este hombre'.

Cuando su esposo tuvo que entregar la cancillería al socialdemócrata Gerhard Schröder, en 1998, Hannelore Kohl prometió seguir apoyándole. Vinieron dos años muy duros, en los que la pareja se enfrentó a la repentina pérdida de las comodidades del poder y a la caída del ex canciller de su pedestal de reunificador de Alemania, tras descubrirse que durante años gestionó un sistema de financiación ilegal en beneficio de su partido, la Unión Cristiana Democrática (CDU). Para su esposa, las múltiples acusaciones contra su marido nunca fueron más que 'rumores'. Hasta poco antes de su muerte trabajó al lado de su marido en la redacción de sus memorias.

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