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Columna
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Punto G

José Luis Ferris

Punto A. La mujer, como el hombre, tiene pleno derecho al placer sexual sin prejuicio de raza, edad, condición social, estado civil, religión o atavismos morales.

Punto B. La autoestimulación es tan lícita como la práctica sexual compartida, el coito o el ejercicio recíproco del placer. Su desarrollo contribuye al equilibrio emocional, fomenta la imaginación y facilita estados parciales de felicidad. Alivia también la ansiedad y contrarresta ciertos efectos del estrés.

Punto C. Las mujeres saben perfectamente que el orgasmo es más fácil cuando se alcanza a solas. Conocen mejor que nadie las regiones de su cuerpo y el lugar explícito donde habita el placer de cada una, aunque la moral y la institución sexual se hayan encargado de difundir la idea de que tal actividad era un método equivocado e ilógico.

Punto D. La estimulación femenina es en el 90% de los casos clitoridiana, es decir, externa, y casi nunca vaginal (ahí está El informe Hite de 1976), lo que demuestra, pese al silencio guardado al respecto por Freud y Alfred Kinsey (que consideraban la masturbación de la mujer un síntoma de inmadurez y de inadaptación), que la participación del hombre no es absolutamente necesaria y mucho menos exclusiva.

Punto E. Por las mismas razones, el hecho demostrado de que el orgasmo femenino se apoya esencialmente en la estimulación externa no ha de tomarse nunca como una ofensa o desafío contra la intervención masculina. Sólo consiste en cambiar el concepto de sexo virilmente asentado y no limitarlo a la patética penetración de urgencia.

Punto F. Coito (Estimulación vaginal o previa) + estimulación clitoridiana puede ser la fórmula para solucionar muchas situaciones de frustración que se padecen en silencio.

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Punto G. Búsquelo. Y no piense después de este viaje por el erógeno edén femenino de la mano de Shere Hite que dicho punto se halla en el fondo arcilloso y tierno de una vagina. No se engañe ni pierda más el tiempo. El punto g está algo más arriba de ese lugar -como escribía el poeta Claudio Rodríguez- 'donde se besa a oscuras, a ciegas', sobre 'la honda ternura de esa bóveda, de esa caverna abierta al resplandor...'.

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