La obra sobre papel de Lucio Muñoz refleja sus momentos de crisis

El Reina Sofía, que dedicó en 1988 una antológica a Lucio Muñoz, comisariada por María Luisa Martín de Argila y Juan Manuel Bonet, que su hijo Rodrigo Muñoz Avia recordó ayer como la más importante de su vida, se detiene ahora en su obra sobre papel al reunir 62 piezas, dos de ellas de los fondos del museo, y el resto, de colecciones privadas, incluidas las de la familia del artista. En el futuro se dedicará otra muestra a su trabajo con el grabado, técnica que trasladó al papel con mayor libertad.

María José Salazar, como comisaria de la exposición Lucio Muñoz. Obra sobre papel, abierta en la tercera planta del museo hasta el 24 de septiembre, ha planteado el montaje de forma cronológica, con algunas piezas de su estudio desconocidas. 'Lucio Muñoz utiliza el papel en momentos de crisis y como estudios para la elaboración de sus trabajos en madera', declara la comisaria.

La exposición aporta dos collages sobre papel de 1955 y 1956 realizados en París, donde permanece esos años con una beca del Gobierno francés y descubre en directo, no por las revistas, las obras de Paul Klee y otros artistas abstractos de la vanguardia histórica. El viaje a París, tras sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, cambió el signo pictórico de uno de los miembros de una generación realista madrileña, como Antonio López, Amalia Avia (su esposa), María Moreno, Julio y Francisco López Hernández, que ayer se volvieron a encontrar en la inauguración de la muestra.

Los dibujos de 1977 y 1979 en grafito ocupan la primera zona de la exposición, con formas geomórficas dentro de la abstracción, que preparan con mucho detalle, en las anotaciones al margen, los cuadros de madera, aunque nunca se limita a trasladar los apuntes. El director del museo, Juan Manuel Bonet, señala que estas piezas representan la faceta más íntima y de laboratorio de uno de los pioneros de la abstracción que nunca renegó de la figuración y el naturalismo.

El artista, cuya obra está dominada por sus lienzos sobre maderas en gran formato y los murales (Aránzazu, sede de la Unión Europea en Bruselas, Asamblea de Madrid, entre 1962 y 1998), vuelve al papel en un periodo corto de los años ochenta, tras su experiencia con el grabado, al utilizar papeles prensados y pegados sobre madera. El mismo artista reconoce que con estos materiales trabaja con mayor margen de libertad técnica, espontaneidad y flexibilidad.

María José Salazar añade que son sus obras 'más independientes' las realizadas a partir de 1992 en los papeles blancos, un papel gordo que fabrica el propio artista en su taller y que estando húmedo mete maderas y otros elementos como texturas y colores. De los papeles se pasa a los collages, con capas muy finas que combina con maderas. 'Busca volúmenes a través del papel, son exquisitos y muy arquitectónicos. El papel da una gran libertad creadora y aporta toda la luminosidad', declara la comisaria.

Las últimas obras expuestas están dedicadas a sus cuatro hijos y la portada del catálogo reproduce La campaña de Sargón, de 1994, para su mujer, Amalia. En el catálogo, su hijo Rodrigo Muñoz Avia recuerda que cada collage 'hacía una lectura de nuestra forma de ser, un relato simbólico de nuestra particular historia vital'. En el suyo, además del papel y la madera, 'como dejando en evidencia cualquier posible dilema entre esos dos materiales', aparece un nuevo objeto, una tela estampada con flores de colores arrugada y pegada sobre el papel que era de una falda de su madre.

Además de un trabajo de María José Salazar, el catálogo, publicado por T. F. editores, incluye un texto del compositor Cristóbal Halffter, quien intentó que realizara la escenografía para su ópera Don Quijote. 'La realidad del mundo en que vivo es que Lucio sigue entre nosotros, aunque momentáneamente haya dejado de pintar, y allí está el grito, la palabra, la vivencia y la realidad que sigue surgiendo de su obra para demostrarlo'.