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Francisco Rico destaca la influencia de los clásicos en la novela realista

La principal aportación española a la novela realista europea del siglo XIX no está en las obras de Galdós o de Clarín sino en determinados hallazgos de algunos clásicos que anticiparon el género, como Cantar de Mío Cid, La Celestina, Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache o El Quijote. A defender esta idea dedica esta semana el académico Francisco Rico (Barcelona, 1942) un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander.

Rico, que ha dado a su curso el nombre de un libro que Dámaso Alonso dejó sin terminar, España y la novela (ha añadido el subtítulo 'La tradición realista en la narrativa española'), sostiene que la influencia de los clásicos define mejor la tradición realista española que los estereotipos pintorescos que suelen atribuírsele.

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Para el responsable de las ediciones críticas de El Quijote, La Celestina y, próximamente, del Libro del buen amor, las creaciones de Flaubert, Balzac, Galdós o Dickens, las que mejor recogen, a su juicio, lo que se entiende por novela realista, heredaron de los grandes clásicos españoles 'la idea de que todos los personajes son valiosos e interesantes por sí mismos y, por lo tanto, requieren la misma atención el gran señor que el criado', un patrón que no se da en la literatura europea antes del realismo.

Otra contribución de los clásicos españoles al ideal realista del siglo XIX fue, según el filólogo, entender el acercamiento a la realidad como un fin artístico: 'La ilusión de realidad pasa a ser un objetivo digno del arte, que antes la había despreciado'.

Rico, quien precisa que tanto España como novela son dos conceptos relativos, distintos según el siglo en el que se los defina, opina que la tradición realista española no es fruto 'del temperamento de sus habitantes, como decía Menéndez Pidal'. 'La razón es que los habitantes de esta península han sido siempre muy pobres, han tenido muy pocos lujos', señala, y achaca a la pobreza la culpa de que 'la cultura europea nunca llegase a arraigar entre los españoles'.

El académico atribuye a lo mucho que tardaron en llegar a España los cantares de gesta, y a la consecuente necesidad de los autores locales de innovar para hacer a los personajes interesantes, el carácter, 'casi un antihéroe', del protagonista del Cantar de Mío Cid. De La Celestina dice que 'si no tiene inconveniente en hacer trágicos a personajes que son cómicos' y si además es capaz de crear un personaje protagonista tan heterodoxo, rompiendo la diferenciación rígida entre personajes nobles y bajos del teatro italiano del siglo XV, al que imita, es porque 'en España no llegó a cuajar el humanismo'.

Respecto a El Quijote, Rico señala que es una novela realista, 'no por su tema, sino por su lenguaje', y asegura que su hallazgo estuvo en 'reducir al héroe al lenguaje cotidiano'. 'Cervantes se limita a escribir como habla'.

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