22 en corrupción
'El chantaje, los sobornos, la financiación ilícita de partidos y campañas políticas, y las comisiones ilegales, constituyen el grueso de los escándalos de corrupción', dice nuestro compañero Luis Prados al mostrar el balance de la corrupción en el mundo: somos el número 22 de la lista de 95 países: está mal. Los más sanos, los primeros, el norte frío; los peores, el fondo de África. Hay una correspondencia entre clima, pobreza y robo político, o del poder sobre quien no lo tiene. No sorprende. Creo que se podrían añadir datos: por ejemplo, la riqueza del Norte se ha hecho arruinando al Sur a partir de un desarrollo de las armas, y no de otra cosa. No fueron peores las otras civilizaciones, árabe o china o egipcia, que la nuestra, ni más grave el islamismo que el cristianismo (de estado).
La corrupción a la que se refiere la estadística publicada ayer es la que las gentes de poder de todas clases, en posesión de la fuerza y de la influencia, ejercen sobre sus países, y ésos, sobre otros. Ejemplo: la queja de la Cruz Roja Internacional por lo que pasa con las ayudas para las catástrofes naturales: la mayor parte revierten a los países que las envían, a los que se les encarga el material y la técnica para la reconstrucción. Es una corrupción que no lleva ese nombre.
Veo otras definiciones de corrupción: lo que suelo llamar corrupción legal. El sistema: se han inventado las suficientes leyes, burocracias, funcionarios de fuerza, autonomías de los gobernantes, como para que la corrupción no tenga ese nombre. En el caso Piqué, por ejemplo, me preocupa menos la posible culpabilidad del ministro que las maniobras del Gobierno y del fiscal general para que no se le juzgue. Tontamente pienso que, si fuera inocente, él y los suyos correrían a demostrarlo. Como en el caso Liaño, me asusta la corrupción legal que supone que el Gobierno le vuelva a poner en circulación como juez después de considerado prevaricador por la justicia; y cómo los que saben qué hizo y qué hicieron ellos mientan, ataquen al asombrado yo y nieguen la evidencia. Puede que las licencias fraudulentas de obras de algunos alcaldillos o el tráfico de armas del que acusaron al hijo de Mitterrand y por el que encarcelan a un presidente de la República Argentina sean mucho más graves. Pero, por lo menos, son delitos y se juzgan, y se saben.
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