Yo no he sido
Aunque todas las evidencias sobre el derrumbe de la techumbre central de la Gerencia de Urbanismo de Madrid dirigieran las sospechas hacia mí, manifiesto que yo no he sido, y justamente lo digo cuando me entregan el recibo de los gastos (que tendré que pagar) ocasionados por el derribo del Arco del Milenio (realizado por ejecución sustitutoria por este mismo Ayuntamiento), del que fui autor hace casi un año. Lo levanté con ilusión delante del Palacio de Congresos de la Castellana, durante la 12ª Conferencia Internacional de Fábrica de Ladrillo, Bloque y Mampostería (que yo presidía), para demostrar los avances técnicos internacionales aportados por la investigación española al mundo entero desde la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Como es bien sabido, en este país 'investigar equivale a llorar'. De poco han servido los logros alcanzados con el Arco del Milenio:
1. Descubrir una nueva técnica capaz de competir con múltiples ventajas en el próximo milenio frente al hormigón armado desarrollado durante el siglo XX.
2. Levantar la 18ª Obra Internacional asombrando con ella a expertos del mundo entero, que, como reconocimiento, firmaron en diversos ladrillos del arco.
3. Que su construcción fuera la más compleja que pueda imaginarse y que, sin embargo, fue fácil de levantar por los grandes maestros albañiles de Madrid.
4. Que se dispusiera componiendo la entrada al Palacio de Congresos mirando a la Castellana, por petición expresa del director del Palacio de Congresos, con la intención de lograr su permanencia, tras una posterior solicitud de licencia definitiva que nunca llegó por parte de Turespaña, la propietaria del solar.
5. Que el autor y los fabricantes del ladrillo, mortero y armaduras inoxidables lo donaran totalmente gratis a Turespaña, según lo convenido con el director.
6. Que el propio alcalde, José María Álvarez del Manzano, y el concejal de Urbanismo intercedieran para que la propiedad reconociera su valía y, en consecuencia, solicitara su permanencia.
7. Que su belleza y atrevimiento técnico atrajera con asombro a los visitantes, expertos o no en la materia, escogiendo muchos fotografiarse en su encuadre.
Después de tanta incomprensión y de la absurda demolición del Arco del Milenio, cabría pensar que su autor albergara la tentación de desquitarse derruyendo algún que otro edificio de la Administración.
No, yo no he sido el causante del derrumbe del techo de la Gerencia Municipal de Urbanismo, por más que me duela el derribo del Arco.
Admito que, así como muchos me han apoyado, y se lo agradezco aquí de todo corazón, he llegado a topar con un talibán de la cultura con el que no contaba.
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