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Reportaje:

Playas de peaje, en el aparcamiento

El Ayuntamiento de Montgat cobra 700 pesetas diarias a los automovilistas que acuden a las playas de la población

Las playas son patrimonio público para el libre disfrute de los ciudadanos aunque a veces no lo parezca. La localidad barcelonesa de Montgat, situada entre Badalona y El Masnou lleva ya varios años cobrando los fines de semana a los bañistas que se dirigen en coche a las playas de Les Mallorquines y de Monsolís. La empresa que se encarga de gestionar esta especie de ecotasa implantada antes que en Baleares es Playas Montgat S L, de capital íntegramente municipal. Durante varias décadas, éstas y otras playas metropolitanas eran mucho menos frecuentadas que ahora debido a los altos niveles de contaminación del agua. La construcción de colectores y el desmantelamiento de las fábricas que ocupaban el frente marítimo permitieron recuperarlas para el baño lo que, unido a la mejora de los accesos, explican el alud de ciudadanos que las visitan sobre todo los fines de semana. La enorme afluencia de bañistas durante la temporada estival desborda a buen número de municipios del litoral que, como Montgat, se ven obligados a sufragar en solitario los sobrecostes de vigilancia y limpieza que ocasionan. Para los ayuntamientos pequeños, el gasto adicional es considerable por lo que la alcaldesa, la socialista Rosa Alemany, entiende que las instituciones supramunicipales deberían asumir tales gastos.

Los carteles prohíben hacer fuego para disuadir a quienes asaban la carne sobre la arena

Mientras, el Ayuntamiento decidió, hace ya varios años, cobrar a los bañistas no residentes en Montgat, a razón de 700 pesetas por vehículo. La decisión da lugar a frecuentes quejas que a veces acaban en agresiones contra los cobradores por parte de un sector de usuarios que se resiste a pagar por un servicio que antes era gratis.

Los únicos que se libran del peaje son los montgatinos que lucen en el parabrisas un adhesivo que los acredita como residentes en la localidad, siempre y cuando estén al corriente del impuesto de circulación. Entre la ciudadanía local abundan los partidarios de la ecotasa siempre, claro está, que les continúe excluyendo a ellos. En general les parece bien que los bañistas forasteros contribuyan a costear los gastos que su presencia causa.

Los atascos en las horas punta son moneda común en las proximidades de los puntos de control donde los cobradores no dan abasto. Se forman colas considerables tanto en la salida de las rondas, en la rotonda de la Nacional II, como a la entrada del paso subterráneo de Les Mallorquines. Los residentes de ambas zonas han planteado al Ayuntamiento sus quejas tanto por el concierto de bocinas de los automovilistas como por el desbarajuste de vehículos aparcados de cualquier manera en lugares insospechados, para eludir el peaje.

El consejero delegado de Playas de Montgat, el concejal de IC-V, Martín Enano, pone todo su empeño en explicar que la sociedad desarrolla una labor social al emplear a 14 personas, en su mayoría jóvenes, que cobran, las brigadas de limpieza, además de los guardias jurados que colaboran con los agentes de la Guardia Urbana. La empresa municipal se encarga además de gestionar los cinco chiringuitos desperdigados por la playa menos polémicos y más rentables que la tasa para bañistas.

De todas las tareas que a los empleados les pueden corresponder la de cobrador es la menos grata e incluso en algunos momentos puede resultar 'de alto riesgo'. La propia empresa reconoce que hay chavales que se niegan a asumirla si no están arropados por la Guardia Urbana.

La tasa supuso el año pasado unos ingresos de 7.827.000 pesetas. Dos millones acabaron en las arcas municipales.

Otras localidades impusieron un pago similar y terminaron por suprimirlo. Es el caso de Sant Pere Pescador (localidad de 1.500 habitantes que en verano llega a alcanzar entre 30.000 y 35.000 vecinos) que probó durante dos temporadas, en 1993 y 1994, una experiencia similar. En algunas playas de la Costa Brava se cobra a los bañistas por estacionar el vehículo en las inmediaciones del sector de baño.

Rosa Alemany lamenta que no se articulen mecanismos de ayuda a las poblaciones del litoral que se ven obligadas a costear en solitario los gastos de limpieza y vigilancia todos los veranos. En este sentido cita el Ayuntamiento de Calella (Maresme) como el abanderado en la defensa de que las administraciones supramunicipales destinen un fondo que contribuya a aliviar la carga económica que supone para las corporaciones locales.

Si las discusiones entre los bañistas reacios a pagar y los cobradores tienen mucho que ver con las colas que se forman en las horas punta en los accesos a las playas de Montgat con más encanto, también es cierto que sortear el pago ha generado una picaresca: hay quien llega a presentar tickets caducados. No faltan discusiones que han rozado la tragedia. El propio coordinador de la empresa, Josep Hervás, explica que el verano pasado de milagro no fue arrollado por un turismo que le embistió de frente. De no ser porque se lanzó al suelo se lo hubiera llevado por delante. El control de Les Mallorquines se ha convertido para algunos empleados de Playas Montgat en una auténtica pesadilla. Allí recalan bañistas procedentes de toda el área metropolitana, incluidos los barrios más marginales de Sant Adrià, Badalona y Santa Coloma, que no siempre reaccionan con calma cuando alguien de su edad les sale al paso con el talonario en ristre diciéndoles que si quieren zambullirse en el Mediterráneo antes tienen que pasar por caja.

Hay quien se muestra más comprensivo y ofrece hasta mil pesetas al empleado si le consigue un hueco a una hora en la que no cabe ni una aguja. Hay bañistas que dan marcha atrás a la caza de un lugar donde aparcar y posteriormente se lanzan a cruzar las vías del ferrocarril por uno de los múltiples agujeros que han ido apareciendo de un tiempo a esta parte en la alambrada. El peligro que supone cruzar las vías por lugares de escasa visibilidad no preocupa a los gestores de la empresa. 'Eso no nos incumbe. Es lo mismo que los que se tiran al mar con intención de ahogarse. ¿Qué culpa tenemos nosotros?', dice el consejero delegado.

No todas las actitudes incívicas de los bañistas guardan relación con la tasa. Hay familias enteras que más que acudir a bañarse plantan un auténtico campamento junto al agua. En el paseo de Moreras de la playa de Les Mallorquines algunos ciudadanos anudan los sábados y domingos varias mantas y encima colocan una especie de cobertizo bajo el cual desayunan, comen y meriendan hasta que, hacia el atardecer, deciden volver a casa. Otros se deciden por las lonas y prefieren instalar el tenderete casi donde rompen las olas. Acto seguido despliegan las mesas y las sillas y se disponen a gozar de la brisa marina. El Ayuntamiento no ha tenido más remedio que colocar carteles en los que se prohíbe hacer fuego para disuadir a los más intrépidos que no se cortaban en asar carne a la brasa allí mismo.

La Mancomunidad de Municipios que vela por el cuidado del mobiliario de las playas metropolitanas afirma sobre el peaje de Montgat: 'Nuestros inspectores de playa lo saben, pero no queremos pronunciarnos sobre una decisión tomada por un Ayuntamiento que tiene toda la libertad de hacerlo'.

Una de las barreras de peaje en los aparcamientos de la playa de Montgat.
Una de las barreras de peaje en los aparcamientos de la playa de Montgat.JOAN GUERRERO

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