Cae el telón en el instituto
El centro de enseñanza secundaria García Morente de Entrevías se cierra por falta de alumnos
Telón... aplausos. Ése puede ser el final de cualquier representación teatral o de casi todas, porque hay muchos teatros que no disponen del, hasta el pasado siglo, imprescindible telón del escenario.
El salón de actos del instituto García Morente sí tiene telón y, como mandan los cánones, se ha echando al final de cada representación de la obra El ruiseñor, que han montado este curso alumnos y profesores en comandita. Sin embargo, cuando el pasado jueves se echaron esos pesados lienzos verdes oscuro, se puso punto final no sólo a la última función del curso 2000-2001, ni siquiera al curso mismo; en realidad, fue una despedida de mucha mayor envergadura, la del propio instituto, que cierra sus puertas después de haber permanecido abierto 30 años.
El García Morente se ubica en un barrio que en los últimos años del franquismo y primeros de la transición democrática fue un núcleo de actividad sindicalista y vecinal, El Pozo del Tío Raimundo, en el corazón del distrito de Entrevías. Aún la semana pasada, en el tablón de anuncios del centro, se recogía y resaltaba la figura del padre Llanos (sacerdote y militante comunista) como uno de los benefactores del barrio.
Un barrio que, como otros de Madrid, acusa el envejecimiento de su población, que aligera, a ritmo constante, sus calles y sus aulas de niños y jóvenes. Ésa es la causa del cierre del García Morente, un centro que llegó a contar con 600 alumnos y que este curso ha escolarizado tan sólo a 80. Unos treinta profesores para unos ochenta alumnos; una desproporción que llevó a las autoridades educativas a convenir la reubicación del alumnado del centro en otros de la zona.
Todo eso lo sabían de sobra los casi cuarenta alumnos que los días 19, 20 y 21 participaron en la puesta en escena (unos, sobre el escenario; otros, en la orquesta o en el equipo técnico) de la obra que han venido montando a lo largo de todo el curso; aun así, fueron inevitables las emociones de última hora. Y no sólo para el alumnado, sino también para algunos ex alumnos que han seguido manteniendo cierta relación con su instituto.
Como cuenta Teresa Fombellida, jefa de estudios durante un largo periodo en el centro, 'para muchos éste ha sido un lugar de referencia al que han acudido, años después de acabar la escolarización, para informarse de cosas muy diversas'. 'Algunos', continúa, 'volvieron para preguntarnos cómo podían reincorporarse a la actividad académica, después de un corto periodo laboral. Todos estaban muy apenados'.
La actividad teatral se puso en marcha hace ahora dos años, a iniciativa de un grupo de ocho profesores que vieron en ella un modo de combatir el absentismo escolar y algunos casos de vandalismo que les llevaron a los medios de comunicación.
A juicio de los implicados, la actividad dio resultados evidentes, y con el proyecto ganaron un concurso (800.000 pesetas) que les ha permitido montar a lo grande la que ha sido su traca final, la obra El ruiseñor, hecha con títeres y actores, con música original compuesta por David, profesor de música en el centro, ejecutada en directo por una orquesta de casi una docena de alumnos. Los títeres de varillas, el teatrino de guiñol, las sombras, el vestuario, el diseño de luces... todo ha sido construido y realizado por ellos, en una colaboración entre alumnado y profesores. Todos ellos han escrito una de las mejores páginas de la vida del García Morente.
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