Los vasos de la Alhambra

Con el mismo candor y esmero con el que los maestros ceramistas nazaríes realizaban sus piezas decorativas en los siglos XIV y XV, el escultor granadino Miguel Ruiz Jiménez trabaja en su original taller de la localidad granadina de Jun.

Durante años, este artista granadino ha ido construyendo el Pabellón de las Artes, un proyecto propio que se financia con sus ingresos, al margen de algunos patrocinios puntuales. Con tesón y paciencia ha conseguido construir con sus propias manos un habitáculo que es una llamativa cúpula apoyada sobre un polígono de 22 lados, donde este artista encuentra la inspiración para trabajar diariamente en sus obras escultóricas.

La próxima semana inaugurará su nueva construcción,una sala del pabellón que recrea el arte gótico, donde el artista expone la colección de reproducciones de los vasos de la Alhambra en la que trabaja desde hace 20 años. Durante todo ese tiempo ha investigado los procesos de formación de los vasos del monumento nazarí granadino, de los que no quedan más de seis o siete muestras diseminadas por los museos de todo el mundo.

En su exposición se pueden ver las reproducciones de estas piezas antiguas y otras de diseño propio, aunque inspiradas en la misma estética y fabricadas con las mismas técnicas de tres procesos de cocción. El artista ha realizado reproducciones lo más exactamente posible, llegando a copiar los defectos, como la falta de una de las asas de estas esculturas con forma de jarrón o pebetero que antiguamente se exponían como elementos decorativos.

Arcilla ferriginosa chamoteada, esmaltes alcalinos crudos, azul de cobalto o dorado a base de sulfato de cobre, nitrato de plata y subnitrato de bismuto son algunos de los materiales que Ruiz Jiménez ha tenido que emplear para la realización de piezas como el Vaso de las Gacelas, una copia del original que con el mismo nombre se exhibe en el Museo Hispano Musulmán de la Alhambra; o el Vaso de Mazzara del Vallo, que está en el Museo Galleria Regionale de Sicilia. Este último se encontró en Italia, ya que la loza dorada de la época nazarí era codiciada por todas las realezas europeas para sus ajuares.

El 'hogar' de la obra de este artista (como él lo llama), el Pabellón de las Artes, ha sido objeto de otros tantos años de trabajo por parte de Miguel Ruiz, quien prevé su continuación durante mucho tiempo más, pues tiene proyectada la segunda sala de ese pabellón, para aumentar la capacidad del centro dedicado a exposiciones, y un edificio anexo, donde habrá una sala de conferencias, laboratorios para investigación y aulas para impartir cursos. En esta tercera fase, Miguel Ruiz anuncia que unirá 'la maestría del Renacimiento con la simplicidad y la belleza de las formas del futuro'.

La cúpula que ya ha construido resulta llamativa por la mezcla de materiales empleados. Con una semiesfera que hizo de molde y luego fue retirada con una grúa, el artista confeccionó esta cúpula con un revestimiento de chapa de latón repujado, acero soldado, hormigón, materiales cerámicos, tela metálica, arpillera, escayola, resinas y soldadura de estaño y plata.

La puerta de entrada al recinto del pabellón tampoco pasa desapercibida. Se trata de una escultura que se asemeja a un monumental órgano. 'Quizás para saciar mi fascinación por la música intenté esta materialización del sonido que está contenido en todos los sentimientos del ser humano', explica el artista.