Seriedad y sopor
La seriedad fue la de la muy bien presentada corrida de El Jaral. Toros con cuajo y bien armados que tenían mucho que torear y pedían manos capaces de dominar las a veces violentas embestidas, pero también de aprovechar de mejor manera los toros primero y sexto, que fueron los más claros del encierro. Y, por si fuera poco, el ejemplar de Saboya también fue un toro encastado y que transmitía emoción a cuanto se hacía con él. Y el sopor vino porque con este material se vieron muy pocas cosas.
Fernando Cámara se enfrentó, en primer lugar, a un boyante y repetidor ejemplar, al que había que someter, cosa que no acabó de conseguir el diestro jienense, al que, dicha sea la verdad, molestó mucho el viento durante el muleteo. Con el cuarto, con movilidad, pero violento y que no humillaba, le dio algún muletazo aceptable, pero un poco a base de atragantones. La res llevaba la cara por las nubes a la hora de matar, cosa que Cámara consiguió con habilidad al tercer envite.
Jaral / Cámara, Martín, Ortega
Cinco toros de El Jaral de la Mira, muy serios de presencia, con movilidad y genio; uno, 5º, de Saboya, encastado. Fernando Cámara: dos avisos y silencio; silencio. Miguel Martín: vuelta y saludos. José Antonio Ortega: silencio en los dos. Plaza Monumental, 17 de junio. Un quinto de entrada.
El mejor librado de la terna fue Miguel Martín, que fue el más animoso de los tres y el que mostró mayores recursos, aunque sus muleteos fuesen un tanto acelerados. Estuvo variado con el capote, intervino en quites y banderilleó a sus dos toros con lucimiento y exposición, insistiendo en los pares por los adentros. Mostró valor y decisión en la faena a su primero, rematada, después de un pinchazo, con una excelente estocada arriba. Faena de características semejantes la realizada al quinto, pero rematada con menor fortuna con el estoque.
José Antonio Ortega pareció no estar preparado para enfrentarse con recursos, mando y capacidad lidiadora a una corrida seria y no fácil en una plaza de primera. El tercero tenía problemas y el diestro no sacó nada en limpio. El sexto no tenía tantos problemas, aunque había que poderle, ya que llegó repetidor y entero al último tercio. Ortega se mostró desbordado con la muleta.
Babelia
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