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Reportaje:

Alfileres, apretones y calor para conseguir novio

Miles de personas acudieron ayer a la ermita de San Antonio de la Florida a pedir pareja y a ver la procesión

Atención, mujeres solteras del mundo, un año más ha llegado la solución a vuestra soledad: ni unas copas de más, ni una cita a ciegas, ni el amigo que te presenta una amiga, ni un compañero de trabajo, ni Internet. Si queréis encontrar novio, San Antonio de la Florida.

Miles de jóvenes, y no tan jóvenes, se acercaron ayer hasta la ermita del santo para cumplir, como cada 13 de junio, con la tradición de los alfileres. Para terminar con la soltería, según los devotos del santo, se ponen 13 alfileres (fecha en la que se celebra la fiesta) en una pila, se mete la mano y se presiona. La tradición se remonta hasta el siglo XVIII, cuando todas las modistillas que estaban solteras se reunían al atardecer para ir a pedir al santo casamentero un buen novio. No se sabe quién puso las reglas, pero lo de meter la mano en los alfileres tiene que ser con la mano derecha y tres veces. El número de alfileres que quede prendido en la mano equivale a los novios que salen en el año.

En la calle, todo tipo de negocios: desde mecheros con el santo hasta colgantes con calaveras

-Oigaaaaa, que sólo se puede hacer tres veces; acelere, que hay cola. Si no se ha enganchado ninguno... pues nada, a aguantarse.

-Espere, espere, que casi no me ha dado tiempo a meter la mano.

La mujer, después de estrujar varias veces la palma sudorosa, no consiguió que ningún alfiler hiciese vudú en su mano. Por si más tarde había suerte, volvió a ponerse en la cola, en la que seguían esperando cientos de mujeres, y algún que otro hombre. Las menos, vestidas de chulapas; la mayoría, recién salidas de la peluquería, y algunas con más acierto que otras. 'Ahhh, ahhhh, siete, siete novios, la mano llena', gritó exaltada otra mujer mientras mostraba su mano rebosante de acero ante la envidia de sus amigas. 'Mustafá, aprieta, aprieta', aconsejó otra a un chaval libio que no se enteraba muy bien de qué iba la cosa. Más de un turista se acercó ayer, intrigado, a participar en la tradición.

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La fila continuó aproximándose al recipiente que el Ayuntamiento había colocado a las puertas de la ermita para cumplir con el ritual. Un cartel anunciaba que el edificio estaría abierto hasta las once de la noche. 'Yo no quería venir, a mí me han traído', explicó Juliana, una mujer de 84 años, que después se puso en otra cola donde se repartían más de 30.000 panecillos bendecidos del santo. Algunos asistentes se quejaron de que lo de los alfileres se ha hecho siempre dentro de la ermita y en una pila sagrada. 'Y este año, va y a estos jodíos se les ocurre sacar un tiesto con los alfileres aquí fuera', protestaban cuatro personas en un corrillo.

Mientras la gente soportaba como podía el calor en la cola, llegó la procesión con la imagen de San Antonio de la Florida. Eran casi las dos de la tarde y el termómetro marcaba más de 30 grados. El teleférico cruzó por encima de la multitud. En primer término, la caballería; detrás de los equinos desfilaban, sudorosos, varios trabajadores del servicio de limpieza del Ayuntamiento, y más allá, el santo, llevado en andas por ocho mujeres vestidas de grana. Pertenecen a la cofradía de Jesús de Medinaceli, y éste es el segundo año que cargaban con la imagen. 'Hombre, el peso no hace precisamente cosquillas, pero sarna con gusto no pica', afirmaba una de las costaleras.

El alcalde, José María Álvarez del Manzano; la concejal del distrito Moncloa-Aravaca, Dolores Navarro, y otros políticos hacían de comitiva de la procesión. La señora que llevaba el pendón gritó: '¡Viva San Antonio de la Florida!' '¡Viva, viva!', contestó, entregado, el público asistente, que se refugiaba del calor con paraguas y pañuelos de colores sobre la cabeza. El santo llegó a la ermita, las puertas se cerraron a cal y canto y comenzó el tañer de campanas. La procesión se dispersó y entonces llegó el delirio.-Olé, olé, el señor alcalde.

-Una foto con mi niño, señor alcalde.

-Nunca te jubiles, por tu madre, José Mari.

Como si de una estrella de Hollywood se tratase, el alcalde intentó hacerse paso, ayudado por miembros de la Policía Municipal, entre la multitud. Por aquí, un beso; por aquí, una foto; ahora sonrío, a ti te doy la mano, a este otro le hago un chascarrillo; sí, sí, señora, claro que me acuerdo de usted. El alcalde no necesitó acercarse a pedir pareja al santo, para eso ya iba bien acompañado de su esposa, María Eulalia.

Por fin, Álvarez del Manzano y su comitiva consiguieron llegar al chiringuito que el Partido Popular ha montado en los recintos feriales. 'Anda, venga, di que enfríen un poco más la sangría, que no está demasiado fría', pidió con premura el regidor a uno de sus acompañantes. Media hora después, el alcalde se marchó. En su camino pasó por delante de la caseta de Izquierda Unida. De los altavoces del chiringuito salía, a todo meter, una canción cubana: 'Hay cosas que recién nacidas ya nacen viejas, hay que cambial el modelo, mi amol; hay que cambial-lo...'. A un matrimonio se le fueron los pies e improvisó, allí mismo, un baile.

En el resto de los puestos, los carteles de rigor en este tipo de festejos: 'Pantumaca' (traducción libre del catalán 'Pa amb tomaquet', pan con tomate), 'Restos de San Isidro: rosquillas tontas y listas' y 'Hoy, paella'. Al lado de los chiringuitos tradicionales, otros más modernos que vendían banderas a favor de la legalización de la marihuana, posters con la imagen del Che Guevara y colgantes de plata falsa con calaveras.

Dedales y abanicos

La gente subía y bajaba por el paseo de San Antonio de la Florida para acercarse a la ermita. En el paseo, otro tipo de tenderetes con un negocio que se hacía rentable. Unas mujeres vendían paquetes de 13 alfileres a 100 pesetas, mecheros, dedales, estampitas, abanicos y marcos de San Antonio. Pero también ofrecían novenas de santos que, ayer, no tocaban. Los afortunados en esto de la mercadotecnia: santa Gema y 'el glorioso San Roque'.

La gente se paraba a comprar, algunos con dificultades por culpa de las obras que hay a lo largo del paseo. 'Uy, que me maaato', chilló una mujer después de que su pie izquierdo se enredase con uno de los cables que cruzaban la acera y que habían convertido el tránsito en una carrera de obstáculos. 'Para el baño, para la cocina, para el dormitorio', voceó, cerca de ella, un hombre que anunciaba unos utensilios, en forma de colgante, de uso que se adivinaba imposible.

La fiesta continúa toda la semana. A san Antonio de la Florida y sus alfileres ya no se les puede pedir novio hasta el año que viene. Mientras, a lo mejor surge la oportunidad, más terrenal, de encontrar pareja en los chiringuitos, encuentros, verbenas y conciertos que se celebrarán hasta el próximo domingo en los recintos feriales del paseo de San Antonio de la Florida. Suerte, nunca se sabe.

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