El mundo de símbolos y obsesiones de Joan Miró se desvela en una exposición
La fundación barcelonesa presenta el penúltimo acto de la celebración de su 25º aniversario
La exposición se enmarca en los actos que a lo largo de este año han celebrado el 25º aniversario de la Fundación Miró, entidad que abrió sus puertas el 10 de junio de 1975. Las celebraciones concluirán la próxima semana con la apertura de la tercera ampliación de su sede, edificio diseñado por Josep Lluís Sert en la falda de Montjuïc para acoger un conjunto de 23 obras cedidas en depósito por el coleccionista japonés Kazumasa Katsuta y dos cedidas por la familia del artista.
Desfile de obsesiones, que tiene como comisarias a Carme Escudero y Teresa Montaner, conservadoras de la fundación, pretende mostrar la génesis del universo simbólico de Miró al final de los años treinta y su consolidación en su producción posterior. El punto de anclaje para explicar este universo es la serie de dibujos preparatorios que realizó Miró en 1968 para un espectáculo poético y musical titulado L'oeil oiseau, con argumento de Jacques Dupin. En estos dibujos, Miró plasmó su 'desfile de obsesiones', entre las que figuran los testículos, la mujer, los números 3, 13 y 9, el azul, la estrella, la estrella fugaz, el sexo femenino, los tres cabellos, la escalera de la evasión, la luna, el sol, el círculo, el ojo, la nada, el pájaro, el infinito, el pájaro flecha y el enigma.
Todos estos elementos aparecen de forma recurrente en su obra y tienen, tal como se explica en los dos textos del catálogo, un significado simbólico que alude tanto a la mitología, religiosa o antropológica, como a sus referentes personales.
La confusión entre el imaginario personal y el universal queda patente en el primer espacio de la exposición, centrada en los autorretratos que realizó el artista en los años cuarenta, especialmente dibujos y grabados en los que Miró pretendía no tanto realizar un retrato fiel de su imagen externa, sino mostrar su mundo interior. El caso paradigmático es la serie de grabados Retrato de Miró, de 1938, realizada conjuntamente por el artista y el grabador Louis Marcoussis. Se exhiben todas las pruebas de estado, desde el retrato realista del artista realizado por el grabador hasta el resultado final, con las múltiples intervenciones de Miró, que acabó introduciendo en su rostro todo tipo de símbolos y signos que convierten el conjunto casi en una constelación cósmica. También se exhiben los dibujos preparatorios de su autorretrato como paisaje, en el que las formas son a la vez colinas y espaldas.
Los cuadernos del artista
En esta sala y en la siguiente, dedicada a la producción mironiana de los años cuarenta, en los que sintetizó sus investigaciones anteriores, se concentra el peso de la muestra, si bien el grueso de la exposición se centra en las obras realizadas entre 1950 y 1978.
Abierta hasta el 2 de septiembre, la exposición destaca también por la presentación de cuadernos del artista, algunos de ellos no exhibidos antes, en los que explica de forma detallada el proceso de sus obras y sus preocupaciones. 'No es una obra lo que cuenta, sino la trayectoria del espíritu a lo largo de toda la vida, no lo que se ha hecho en el transcurso de ésta, sino lo que deja entrever y que facilitará la tarea de otros, en una fecha más o menos lejana', escribía en 1941 en uno de los cuadernos. Son la clave que ayuda a entrar en el universo de un artista que buscaba trascender las explicaciones racionales mediante una pintura que representara su visión espiritual y panteísta del mundo.
Babelia
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