Entre dos tipos
Ante la propuesta del PSOE de establecer un tipo proporcional para todas las rentas, el Gobierno ha opuesto su tipo creciente que considera mas progresista que el del PSOE. Este planteamiento oculta algo muy importante, y es que fue justamente el Gobierno del PP el primero que introdujo en España un tipo proporcional en el IRPF, esto es, un tipo que no crece según aumentan las ganancias. Quizá por la actitud modesta y humilde que últimamente le caracteriza, el Gobierno no ha reivindicado que, gracias a su reforma, los españoles que obtienen todas sus ganancias del capital pagan un tipo proporcional del 18%, cualquiera que sea su renta. Los que ganan por su capital por encima de cuatro millones, pagan el 18%. Los que ganan por su capital por encima de 6.700.000 pesetas, pagan el 18%.Y si ganan por su capital 100 millones de pesetas, también pagan el 18%.
La diferencia es que este tipo proporcional del PP no se aplica a los que obtienen sus rentas a través del trabajo. A las rentas de trabajo por encima de cuatro millones se aplica hoy un tipo del 38%, en vez del 18%. A las ganancias del trabajo por encimas de 6.700.000 se les aplica el 45%, en vez del 18%. En España ya hay, pues, quienes tienen un tipo proporcional, lo que sucede es que no lo tiene todo el mundo. El trato fiscal a las rentas de capital no empeora a medida que aumenta la renta, mientras que en las rentas del trabajo el maltrato es creciente.
En el debate se oponen, pues, dos tipos proporcionales. Un tipo proporcional, el del PSOE, que se aplicaría a todas las rentas, y otro tipo proporcional, el del PP, que se aplica ahora exclusivamente a las ganancias del capital. Antes de la reforma del PP, todas las rentas eran consideradas iguales y a todas se les aplicaba teóricamente un maltrato creciente, aunque luego, como se sabe, había mecanismos para escaparse de esos tipos progresivos. El PP introdujo el impuesto proporcional, lo cual fue y es una buena idea, pero rompió el principio de igualdad, lo que es una mala idea. La reforma del PSOE recupera la idea de trato igual, sin perder las ventajas del impuesto proporcional. Hay que agradecerle que, en vez de igualar a todos con tipos progresivos, los de maltrato creciente, propongan igualarnos con tipos proporcionales para todos.
El mayor atractivo de la reforma del nuevo socialismo español será, si se aprueba, el de sus efectos positivos sobre el crecimiento económico. La razón es que, la mayor parte de las veces, las llamadas rentas de capital surgen de un capital pasivo, cuyos poseedores simplemente prestan su capital a otros. Por el contrario, dentro de lo que llamamos rentas del trabajo y que, en realidad, son rentas del capital humano, están muchas de las rentas de los emprendedores, de los innovadores, de los más trabajadores, esto es, de todos aquellos que, en definitiva, son los que generan la riqueza del país. Por ello, dar un maltrato creciente a estas rentas, como hace la legislación vigente, significa desincentivar a la parte más dinámica de la sociedad.
Desde este punto de vista de los incentivos se podría defender incluso hacer lo contrario de lo que hizo el PP. El tipo proporcional debería aplicarse a las rentas de los emprendedores, los innovadores y los trabajadores y, sin embargo, se podría aplicar un impuesto progresivo a las rentas del capital pasivo. Pero, realmente, la propuesta del PSOE no propone maltratar crecientemente a nadie, se conforma con acabar con el maltrato diferenciado que hoy sufren las rentas del trabajo. La elección que tendrán que hacer los parlamentarios españoles cuando el año que viene se discuta la reforma del IRPF, no será, pues, una elección entre un impuesto proporcional y otro progresivo cuyo tipo mayor, se dice, se reducirá del 48% al 46%. La alternativa que debatirá el Parlamento será si el tipo proporcional puede ser gozado sólo exclusivamente por los que tienen capital, como sucede ahora, o el tipo proporcional es algo que deberían disfrutar también los trabajadores, empresarios, emprendedores e innovadores de España.
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