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Columna
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¿Comió morcillas la reina del pop?

Un bar de ambiente, por si aún no lo saben, es un bar donde sólo hay hombres y no están celebrando una despedida de solteros.

Este fin de semana, gracias a Madonna, todos los bares de las inmediaciones de la montaña de Montjuïc, en Barcelona, parecían bares de ambiente. Que no se escandalice nadie, la semana pasada, casi en el mismo sitio, se celebraba la feria Funeralia de artículos de defunción y el público era otro.

Madonna ha alcanzado una situación tan cotizada como envidiada: la de icono gay. Una nace para icono, no se hace, no le den más vueltas. Por mucho que Àngels Barceló ensayara no lo conseguiría; en cambio, a Rocío Jurado le sale solo. ¡Ay! Si se impartieran cursillos para ser un buen icono gay, mis 50 mejores amigas y yo seríamos las primeras en apuntarnos. En la cola del concierto, un chico con sombrero plateado de cow-boy nos cuenta por qué Madonna empieza su gira en Barcelona: todo el mundo sabe que en las inmediaciones de la adorable montaña de Montjuïc se liga, dice. Para ligar en Montjuïc el autóctono disimula haciendo footing y/o paseando al chucho. El foráneo, con un mapa, hace como que se ha perdido. Con un poco de suerte, el del perro y el del mapa se gustan y acaban retozando entre los arbustos. Según el chico, Madonna también conoce esos secretos de Montjuïc.

Más atrás conocemos a los madrileños Borja de la Rocha y su amiga Lupe, que duermen en el hotel Apolo Confort gracias a la reventa. En el chat gay.com vendieron dos entradas a 25.000 pesetas cada una. Teniendo en cuenta que ayer se podían conseguir a precio normal, mejor será que no coincidan con los compradores. Les quedan tres entradas y nos las intentan colocar a 5.000 pesetas. En el sector de la reventa hay crisis profunda. Después vemos a dos chicas con los ojos tan dilatados como si estuvieran de parto. No han dormido porque el viernes, en la ciudad, había diversas fiestas petardas en honor de Madonna (sin Madonna). Nos informan de que en el Medusa, en el Salvation y en el Metro (bares de ambiente) se comentaba que El Icono había ido a pescar, había toreado una vaquilla y había comido morcillas.

Dos poseídas gritan: 'En nombre de Central Lechera Asturiana, gracias Madonna por confiar en nosotras y en nuestra leche'.

Entre los admiradores, dos flores de otro mundo. Uno, un hippy con bicicleta que en realidad se hallaba en la Fiesta de la Diversidad, que se celebra montaña abajo, y ha venido a ver qué se cuece. Otro, un señor de dos metros cuadrados, con falda escocesa: 'No me he equivocado de viñeta', nos aclara, 'es que yo voy de su marido, Guy Ritchie'.

Pues sí. Madonna no es la que mejor canta, ni la que mejor baila, ni la más guapa, pero por eso nos gusta. ¡A las mediocres nos da tanta esperanza!

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