Irlanda rechaza en referéndum el Tratado de Niza y paraliza la ampliación de la UE
Estupor y preocupación en Bruselas, entre los países comunitarios y en los aspirantes al ingreso
'Estoy profundamente decepcionado por el resultado del referéndum', manifestó ayer Bertie Ahern, primer ministro de Irlanda, que lamentó que los partidarios del sí -el Gobierno de centro-derecha, la oposición laborista, los empresarios y la Iglesia católica- 'no hayamos sido capaces de conseguir que los ciudadanos tomaran una decisión tan importante'. En contra hicieron campaña los republicanos del Sinn Fein, los Verdes y varios grupos alternativos. Entre sus argumentos estaban la pérdida del estatuto de país neutral al participar en la futura Fuerza Europea de Defensa, el déficit democrático de los órganos comunitarios y la pérdida de fondos de ayuda tras la ampliación.
La decisión irlandesa causó estupor en Bruselas y en las capitales comunitarias y de los aspirantes a ingresar en la UE. Tanto Göran Persson, primer ministro de Suecia y presidente semestral del Consejo comunitario, como Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, se mostraron 'disgustados' por el rechazo irlandés del tratado, pero 'confiados' en que el Gobierno de Dublín sea capaz de resolver la situación. El precedente histórico es el no de Dinamarca al Tratado de Maastricht en 1992. Tras una negociación con Bruselas, Copenhague consiguió aclarar determinados puntos del tratado y dejar abierta la posibilidad de desvincularse de aspectos concretos de las políticas comunes establecidas en Maastricht, como seguridad y defensa, unión económica y monetaria, ciudadanía e interior y justicia, entre otras. En un segundo referéndum, celebrado en 1993, los daneses aprobaron el tratado.
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