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'El folclor de Madrid es la suma de todos'

El sexteto La Bruja Gata presenta en la FNAC el 'sonido bastardo' de su primer disco, 'Manual de pociones'

El acordeonista, compositor y cantante Javier Palancar, el clarinetista y flautista José Ramón Jiménez, el zanfonista y laudista Rafael Martín, el percusionista Antonio Melero, el guitarrista y dulzainero Javier Barrio y el bajista y violonchelista Roberto Ruiz conforman La Bruja Gata, un sexteto de folk creado hace un par de temporadas en Madrid y que ya ha actuado en los más prestigiosos festivales del género. Su esperado debú discográfico, con prólogo del novelista getafense Lorenzo Silva, acaba de aparecer en el mercado bajo el nombre de Manual de pociones. Hoy lo presentan en la FNAC (a las 19.00) y la semana que viene actúan en la sala Galileo Galilei (día 14, a las 22.00), dentro de la presentación del festival de Ortigueira, la imprescindible cita celta que se celebra cada julio en esta localidad coruñesa y donde el grupo actúa este año.

Lorenzo Silva, premio Nadal en 2000, califica -'con la audacia que da la ignorancia'- la música de La Bruja Gata como 'el más auténtico folk madrileño. Genuinamente madrileño, valga la paradoja, porque es un sonido bastardo, preñado de toda clase de impurezas, y, sin embargo, traspasado de una sutil y secreta armonía'. Javier Palancar y José Ramón Jiménez, los principales compositores del sexteto, matizan las palabras del novelista: 'Madrid absorbe todas las culturas, y nosotros, también. Nuestra música quiere mostrar todo eso; podíamos llamarlo folclor universal'.

Ni chotis ni zarzuela

Eso no quita para que, según ellos, Madrid haya tenido alguna vez su propio y distintivo folclor: 'Fuencarral, por ejemplo, antes era un pueblo y ahora pertenece a Madrid. Eso ha pasado con el folclor, porque una cosa es la capital, y otra, la región. Ha absorbido tantos folclores que da la sensación de que ha perdido el suyo propio, pero ha sido porque ha estado muy dejado de la mano de Dios. El folclor de Madrid no es el chotis ni la zarzuela. En eso es inmenso el trabajo de García Matos, que en los sesenta compiló un cancionero popular de la región', explican.

Con sólo dos de ellas cantadas, Manual de pociones reúne 14 piezas de nueva composición y una adaptación de una polca de finales del siglo XIX grabadas con instrumentos acústicos sin concesión a las nuevas tecnologías. 'Eso es lo que nos hace ser modernos', dicen Palancar y Jiménez; 'era un reto: cualquier sonido que pudiera sacarse sintetizado, lo sacábamos con instrumentos acústicos. Lo único eléctrico es el bajo'.

Y es que la modernidad, para ellos, es otra cosa: 'La forma de hacer la música es lo moderno: nuestros arreglos, nuestra manera de tratar el folk. Por ejemplo, la zanfona es un instrumento medieval, pero Rafa le da un tratamiento completamente distinto'.

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Los seis miembros de La Bruja Gata son profesores de música en diversas instituciones docentes, y por ello aman y miman sus instrumentos. 'Hay que saber de dónde viene cada uno de ellos y qué música quieres hacer', afirma el acordeonista; 'echamos la vista atrás, sin duda, pero vivimos en el 2001 y tenemos un montón de influencias de diferentes zonas geográficas', dice el clarinetista.

La tecnología facilita también mucho su tarea. 'Todo eso de la comunicación global es cierto. Antes era complicado saber qué música se hacía en el Congo; hoy, no. Trabajamos con todos esos materiales que te impactan e impregnan, y lo que sale es nuevo'. Para ellos, el folclor tendrá futuro si se componen piezas nuevas, en vez de sólo recrear lo antiguo: 'Aunque haya gente que hace muy bien lo de rescatar viejas partituras, a nosotros nos gusta el folclor vivo'.

No se cierran a propuestas de vanguardia que mezclen su música con el tecno o el dance, algo muy al uso en estos tiempos, pero aún lo ven difícil: 'No forma parte de nuestra línea, pero no descartamos nada. Si lo hacemos, sería para experimentar. De todas formas, no tenemos esos conocimientos de la tecnología; lo dejaríamos a un DJ si el resultado fuera interesante'.

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