'Con Bridget Jones he descubierto la variedad de bragas de una mujer'

Si alguien sabe que la industria de Hollywood es capaz de perdonar, ése es Hugh Grant, el actor que surgió de los fríos londinenses para sorprender a la audiencia norteamericana como un nuevo David Niven o Cary Grant gracias a Cuatro bodas y un funeral, fotografiado sólo un año más tarde como si fuera todo un criminal, arrestado por conducta inmoral junto con una prostituta en un coche aparcado en las inmediaciones de Sunset Boulevard. La 'noche inolvidable', como Grant aún la llama con ironía, pareció costarle cara, al menos en el terreno sentimental. Por contra, en el terreno artístico, Hollywood no ha podido resistirse a los encantos de este británico balbuceante, carismático y bien parecido al que ha seguido dando oportunidades en la pantalla, especialmente porque sus filmes han seguido dando dinero, como demuestran Mickey ojos azules o Notting Hill.

'Estoy preocupado por mi afición al golf, algo propio de la mediana edad'

A Grant se le ve con ganas de volver a hacer maldades con el papel de 'mujeriego superficial' que interpreta en El diario de Bridget Jones, que se estrena hoy en España, encandilando a la inocentona Renée Zellweger.

Pregunta. ¿Se había imaginado en el papel de Daniel al leer El diario de Bridget Jones?

Respuesta. Para nada, especialmente porque fue un libro que me encantó y esperaba que nunca lo llevaran a la pantalla, una reacción muy mía con todos los libros que me gustan. Claro que luego el dinero consiguió lo mejor de mí.

P. ¿No sabe cómo decir que no?

R. Me es muy fácil rechazar un papel. Al contrario que muchos de los actores que conozco, que cuando reciben un guión buscan las razones para hacerlo, yo suelo buscar las razones para no hacerlo. Estoy mal acostumbrado.

P. ¿No las encontró?

R. Mira que busqué, pero me gustó esta oportunidad de dejar de ser el chico bueno que llevo siendo desde hace tanto tiempo. Estoy cansado de ser el chico bueno y creo que todo el mundo está cansado de verme en el mismo papel, así que El diario de Bridget Jones me vino de perlas.

P. ¿Ha aprendido algo sobre las mujeres?

R. Nunca he sido capaz de seguir las maquinaciones de una mujer. Pero si hay algo que he descubierto del filme es la variedad de bragas que puede utilizar una mujer. Había asumido que siempre vestían las pequeñas. No sabía que hubiera otras opciones que sujetaran más. Claro que una vez vistas, me gustan.

P. Y en mujeres, ¿han cambiado sus preferencias?

R. Me gustaba mucho Renée con todos esos kilos. Me encanta que haya carne en el guiso, siempre me ha gustado.

P. No hay demasiada carne en las mujeres que le rodean.

R. Me llevo bien con todas. Aunque nunca sé con exactitud a quién se refieren cuando hablan de mi nuevo amor porque sólo tengo que saludar a alguien para que digan que llevamos saliendo un par de meses. Mientras se trate de alguien sexy y atractiva, no me importa tanto.

P. ¿Qué hay del matrimonio?

R. Todavía no me he visto afectado por ese síndrome. Es divertido lo de ser soltero, aunque todo podría ocurrir. Quién sabe. Uno siempre tiene esos momentos después de una noche de darse a la bebida en los que piensa que quizá debería sentar la cabeza antes de que cumpla 70 años y aparezca devorado por los alsacianos.

P. ¿Cuál es su visión de esta institución?

R. Sólo me interesa si son matrimonios de la Europa del Este. Crecí junto a una familia polaca donde el marido maltrataba repetidamente a su esposa y aun así ella nunca le dejó. Eso debe de ser lealtad.

P. Tiene un sentido del humor bastante retorcido.

R. Bastante. A la hora de reír soy un tipo fácil que va desde el Dos tontos muy tontos a Woody Allen. No hay cosa que más me haga reír que ver caídas. En una ocasión trabajé con una actriz alemana, mayor, que se rompió la cadera mientras rodábamos en Venecia. Todo el mundo estaba llamando a una ambulancia mientras que yo no podía ayudar de la risa que me entró.

P. ¿Se identifi-ca con su personaje en Bridget Jones?

R. Eso es lo curioso, cuando leí el guión me gustó mucho, pero les dije a los productores que por muy divertido que fuera Daniel, nunca había conocido a nadie así. Entonces fueron ellos los que se echaron a reír y me dijeron: '¿Te has mirado en el espejo?'.

P. ¿Se ha mirado en el espejo?

R. Tuve ese momento horrendo hace un par de años cuando me estaba afeitando. Levanté la cara del lavabo y me encontré con mi reflejo en un espejo que había en uno de los laterales. Fue terrible. Me di cuenta del paso de los años.

P. Ya son 40.

R. Intento llevarlos bien porque al principio fue un poco patético. Ahora lo llevo mejor. Lo único que me preocupa es que me he aficionado al golf, algo totalmente propio de la mediana edad.

P. Después de verle en El diario de Bridget Jones es casi obligado preguntar si lleva un diario.

R. Lo tuve cuando era estudiante. Una vergüenza descomunal. Lo único que llevo apuntado es un diario de vinos. Hago anotaciones tras beberme una botella pero suelen ser incomprensibles porque para entonces me encuentro en un alto grado de ebriedad.