Recuerdos de la transgresión

Transcurría 1979, en plena transición de la dictadura a la democracia, una época convulsa saturada de acontecimientos, programas, banderas y consignas. En medio de ese paisaje, el 15 de febrero surge Euskadi Sioux, una revista quincenal, satírica, caústica y crítica, que se ríe de lo prohibido. Sólo llegan a salir siete números, editados por Hórdago, a un precio de 60 pesetas, pero su espontaneidad supone todo un revulsivo. Desde ayer y hasta el próximo 11 de septiembre, la sala de exposiciones de la bilbaína Biblioteca de Bidebarreita (Bidebarrieta, 2) acoge una muestra sobre la publicación bajo el lema Euskadi Sioux. Humor y disidencia en la transición política vasca.

El dibujante Juan Carlos Eguillor, uno de los autores que gestó la revista, recordaba ayer en la presentación de la muestra que Euskadi Sioux nació en un tiempo en que 'la política parecía una fiesta'. 'Pensábamos que este país iba a ser para todo el mundo', agregó. Fernando Golvano, comisario de la exposición, destaca la importancia de situar la publicación en el contexto histórico de la época y de mirar la muestra con los ojos de esos años de transgresión 'en el que por toda la geografía vasca acontecían innumerables movidas, agitaciones y quimeras a la vuelta de la esquina, disipadas con el paso de los años en otras elecciones vitales y también, cómo obviarlo, en decepciones'.

En ese 'mar bravo' que era el País Vasco, 16 profesionales pusieron en marcha el proyecto con el fin de reírse de todo, especialmente de la política, de los políticos y de la idea un tanto anárquica de país que estaba naciendo. Eguillor cree ahora que la idea fue posible porque el humor, 'que debe ser una venganza de la realidad', nacía de una cierta ilusión y esperanza y también de cierta ingenuidad. Por ello, la elección del lugar para presentar la revista no fue aleatoria: el Palacio de Aiete, en San Sebastián, donde residía Franco en sus veraneos en la capital guipúzcoana. Veintidos años después se puede contemplar en la muestra, por ejemplo, los temas destacados en la portada del primer número de la revista: Ocho horas con Mario Onaindia; Txapela Times; Bilboko travesti boum y Secuestro y hermosura de un papa polaco.

Eguillor recalca que la exhibición no es un síntoma de nostalgia. Sin embargo, sus anécdotas denotan su añoranza por un tiempo en el que 'una periodista era capaz de mostrar sus tetas con un encapuchado al lado en una fotonovela'. A la periodista, de buena familia, la osadía le costó la herencia, ya que su padre no compartía su sentido del humor. El dibujante se preguntó si las generaciones actuales de jóvenes entenderían la revista.

En el proyecto se implicaron artistas, escritores, periodistas y fotógrafos, como Bernardo Atxaga, Iván Zulueta, Josu Bilbao, Rafael Castellano o Vicente Ameztoy, el artífice de la publicación. La revista 'se disolvió sin orden gubernativa alguna', recuerda Golvano. La muestra recrea ahora un fragmento de aquella 'constelación creativa'.