La muerte de los reyes
La aflicción y la conmoción se convirtieron rápidamente en ira en las calles de Katmandú. (...) Mientras las tropas intentaban imponer la calma con gases lacrimógenos y ametralladoras, comenzaron a circular nuevos rumores. La explicación original de que el príncipe Dipendra había matado a sus padres y a otros miembros de la familia en un arrebato etílico (...) ha sido cuestionada. Más aún lo ha sido la teoría oficial de un 'accidente'. (...) En cambio, muchos hablaban ayer de una conspiración, de un intento de golpe militar e incluso de un complot orquestado por el rey Gyanendra, el hermano menor del rey Birendra, que fue coronado tras la muerte del príncipe Dipendra.
La ira es comprensible, pero más aún la aflicción. Nepal ha sufrido una verdadera tragedia. El rey Birendra era un monarca querido y admirado. (...) Heredó una monarquía absoluta y una nación considerablemente pobre. Vio que (...) el despotismo real ya no era sostenible; y cuando renunció a su papel político en 1990 y remodeló la monarquía bajo las líneas constitucionales que él conocía y admiraba de Gran Bretaña (...), se concentró en un importante papel ceremonial como personificación de la unidad e identidad nepalíes. (...)
El desafío al que se enfrenta el rey Gyanendra estaba escrito en su ojeroso rostro durante la coronación. (...) Ha prometido una profunda investigación de la masacre; ésta debe comenzar rápidamente. (...) Y debe mostrar, con franqueza, dignidad y sensibilidad, que esta familia mermada y herida es todavía capaz de dar a Nepal el protagonismo que anhela.
Londres, 6 de junio
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