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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una larga espera

Tras más de dos años de pugnas jurídicas, varios cientos de miles de antiguos trabajadores forzosos del nazismo comenzarán en los próximos meses a recibir una compensación económica aportada a medias por el Gobierno y las empresas alemanas. En un voto considerado como histórico, el Parlamento germano ha desbloqueado 10.000 millones de marcos (casi un billón de pesetas), destinados a este fin, por considerar que ya se dan las condiciones de paz legal para que las firmas alemanas no sigan siendo asaeteadas, sobre todo desde Estados Unidos, con ávidas reclamaciones fruto de la acción colectiva de abogados, políticos e influyentes grupos judíos.

Viven todavía más de un millón de personas, la mayoría procedentes de Europa oriental y la antigua URSS, que formaron parte de aquel ejército de esclavos -10 millones de deportados- del que se nutrió la industria nazi mientras sus empleados estaban en los frentes. La avanzada edad de los beneficiarios -han transcurrido 55 años- hará que bastantes de ellos (rusos, polacos, checoslovacos, ucranios...) fallezcan antes de percibir una simbólica indemnización que, según los casos, oscilará entre 500.000 y 1,5 millones de pesetas. Otros que trabajaron a destajo y bajo régimen militar en florones como Volkswagen o Mercedes necesitarán un tiempo que no tienen para reunir y exhibir los papeles que acreditan sus derechos.

Desde que Alemania asumiera al final de la guerra que, además del remordimiento público por su pasado, era necesaria una reparación material a las víctimas del nazismo, sucesivos Gobiernos, de acuerdo con la Ley de Compensación de 1953, han pagado por este concepto más de 100.000 millones de marcos. También han sido entregadas o están en vías de serlo indemnizaciones a supervivientes del holocausto por parte de bancos o aseguradoras de Suiza, Francia o Austria y diferentes Gobiernos. El capítulo no está cerrado.

Si la justicia puede ser trasladada a dinero, mejor tarde que nunca. La compensación que llega ahora para quienes fueron esclavos laborales de la maquinaria nazi tiene al menos la virtud de que hará comprender a muchos que no vivieron aquel horror lo bien gastado de estos 10.000 millones de marcos. El resarcimiento genuino es imposible, y el dinero no compra meses o años de la vida de nadie. Pero, como ha señalado el negociador alemán Otto Lambsdorff, a lo largo de las interminables peleas jurídicas de estos dos últimos años, muchos de sus compatriotas han comenzado a preguntarse por aquellos hombres y mujeres que, más de medio siglo atrás, fueron obligados a punta de pistola a trabajar en sus pueblos, fábricas o campos.

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