El oleoducto de la discordia

Los grupos ambientalistas se han convertido en la piedra de toque de la construcción de un faraónico oleoducto que atravesará el Ecuador desde la Amazonia hasta el Oceáno Pacífico, en una ruta de gran valor ecológico, de 500 kilómetros de extensión.

El conflicto ha conseguido que el presidente Gustavo Noboa, de talante tranquilo, pierda la moderación de la que ha hecho gala, y lance una altisonante "declaratoria de guerra". "Nadie va a joder al país. Les voy a dar guerra, trinchera por trinchera (...) No voy a dejar que jodan al país, no lo voy a permitir, el oleoducto va, y va [por] donde sensatamente diga la técnica y no cuatro majaderos y alguno que otro alcalde", dijo Noboa. Calificó de "hipócritas" a quienes "ahora se llaman verdes y que antes se identificaban con la extrema izquierda".

Acción Ecológica, una organización ambientalista radical, ha respondido así a la amenaza: "Nos opondremos a la instalación de la tubería metro a metro. Nos convertiremos en la sombra (de los contructores)". Su portavoz, Ivonne Ramos, argumenta a su favor que 30 años de explotación petrolea ha tenido efectos devastadores en el medio ambiente, y ha dejado limitados beneficios a los ecuatorianos.

Pero la oposición no proviene sólo de los grupos ambientalistas. Varias comunidades, agrupadas en un Comité por una Ruta de Menor Impacto, se niegan a dar cabida a la tubería, debido a los nefastos precedentes del transporte de petróleo. Los constructores tienen previsto que la tubería se desplace en línea paralela al Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), el viejo entramado, construido 30 años atrás, y que está en plena operación. Pero se proponen un polémico cambio de curso a pocos kilómetros de Quito.

En la población de Mindo, la tubería atravesará una rica reserva ecológica, de gran atractivo turístico, y de mucho interés para científicos y aficionados a los pájaros, pues allí anidan 350 especies de aves.

El Comité argumenta que el transporte del petróleo ha provocado centenares de derrames, varios incendios graves y, en el último año, ha sido objeto de varios atentados, que han dejado víctimas mortales. Efraín Toapanta, de 31 años, guía de turismo nacido en la zona, le ha recordado al Gobierno que "esto no es una dictadura, sino una democracia en la que las decisiones deben ser consultadas". Se ampara en un artículo de la Constitución, que obliga a todo proyecto de desarrollo minero o petrolero, a contar con la aprobación de las comunidades.

Pocas voces en el Ecuador, con un presupuesto que depende en un 46% de las exportaciones de petróleo, discuten la importancia de la nueva obra. El proyecto ha sido pensado para resolver uno de los más costosos inconvenientes de la explotación petrolera. Por la única tubería que tiene el oleoducto se transportan actualmente tanto crudos livianos como pesados. Los primeros, de alta calidad, provienen de los pozos de propiedad del Estado.

Los crudos pesados, que se cotizan a precios más bajos en el mercado internacional, de las explotaciones concesionadas a las empresas privadas. Con la mezcla, el Estado obtiene saldo rojo. Los defensores de la obra argumentan, además, que el tubo está saturado y que mantiene represadas reservas que se estiman en 700 millones de barriles.

Un consorcio de cinco empresas, OCP Ecuador (Oleoducto de Crudos Pesados Ecuador), que integran la hispanoargentina Repsol-YPF, la canadiense Alberta Energy Company, las estadounidenses Occidental Petroleum Corporation y Kerr McGee Corporation, y la constructora argentina Techint, ha decidido invertir 1.100 millones para multiplicar a futuro los beneficios que ya obtienen sus negocios en la Amazonia, y dar salida al petróleo de las zonas más orientales, no explotadas hasta ahora. Miel para futuras inversiones.

La instalación de la nueva tubería tardará 22 meses en completarse. OCP Ecuador ha asegurado que la ruta escogida es la de menor impacto ambiental y ha garantizado que tomará todas las precauciones del caso. La tubería se desplazará bajo tierra y no sobre la superficie, como en el caso del SOTE. Ha explicado que el cambio de rumbo a la altura de Mindo se debe a razones de ingeniería.

Durante la construcción de la obra, en esta zona, las piezas del puzzle de acero se transportarán por un teleférico, para disminuir los efectos de la intervención en el bosque. Se levantarán viveros para los árboles y se evitarán ruidos que pudieran espantar a los pájaros.

El Ministerio del Ambiente ha encontrado, sin embargo, 72 objeciones al plan ambiental de la empresa. Entre ellas, el tratamiento que dará a otras reservas naturales, a lo largo de la ruta, que cruzará todos los pisos ecológicos, desde los trópicos hasta los pajonales de la cordillera de los Andes, a una altura de 4.000 metros, por zonas altamente sísmicas. OCP Ecuador deberá responder a esas objeciones en los próximos días.

"El nuevo oleoducto no cambiará la historia del país, si no se armonizan las técnicas más desarrolladas con la protección del medio ambiente", dice Raúl Baca Carbo, ex ministro de Energía. Recuerda que tanto la Amazonía, donde nace la producción petrolera, como Esmeraldas, desde donde se exporta, son las regiones más pobres del país. "Esta vez, gracias a la conciencia ecológica, no se podrá cambiar la riqueza por collares de cuentas falsas", dice Baca.