Casi 200 colonias ilegales desafían a los árabes
La congelación de la colonización israelí en los territorios de Cisjordania y Gaza se ha convertido en el elemento clave para lograr un alto el fuego en la Intifada palestina, según se desprende del informe de la comisión dirigida por el ex senador estadounidense George Mitchell.
El camino hacia la pacificación está en manos de los 200.000 colonos judíos, que representan el 8% de la población israelí, de los que 199.000 viven en 145 asentamientos, 17 de los cuales se encuentran en Gaza.
Sin embargo, junto a las cifras oficiales, las organizaciones de defensa de los derechos humanos barajan otras cifras adicionales y aseguran que los israelíes habrían construido 190 enclaves ilegales, el último de ellos, el de Yakir, erigido hace poco menos de tres semanas y en el que se han instalado ocho familias ultraortodoxas. Estas mismas organizaciones suelen añadir a estas cifras las de otros 180.000 colonos que viven en los enclaves levantados en Jerusalén este.
La tentación de los Gobiernos de Israel de congelar la construcción de los asentamientos se ha estrellado siempre con la actitud radical de la dirección del movimiento colono, que reivindica el derecho a ampliar los asentamientos para poder dar alojamiento al 'crecimiento natural de la población ya existente'. El ministro de Educación, el ultraortodoxo Limor Livnat, insistía ayer en estos argumentos al asegurar que no ampliar los asentamientos podría ser una decisión 'inhumana y contraria a la sociedad judía'.
La construcción de asentamientos, que se inició en 1967, se disparó después de la firma de los Acuerdos de Oslo, en 1993, a pesar de que el pacto contemplaba su congelación. Las colonias crecieron en un 53%, lo que permitió multiplicar por dos su población, al tiempo que se construían tres nuevos enclaves 'legales', Lapid, Kiryat Sefer y Menora. Paradójicamente, la furia constructora de los asentamientos coincide con el criterio de los Gobiernos laboristas, que se contradicen así con su discurso político.
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