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El lanzamiento de un 'cóctel mólotov' culmina una serie de actos vandálicos contra la mezquita de Cassà de la Selva

El lanzamiento por unos desconocidos de un cóctel mólotov que originó un pequeño incendio ante la puerta del local que los miembros de la comunidad musulmana de Cassà de la Selva (Gironès) utilizan como mezquita, ha elevado el tono de una cadena de pequeñas acciones vandálicas que el centro religioso viene sufriendo en los últimos meses.

El fuego no prendió en el interior del local y pudo ser sofocado rápidamente por unos vecinos. La acción, que se produjo durante la madrugada del pasado domingo, ha seguido a algunas pintadas racistas aparecidas en las inmediaciones del centro religioso y a una pedrada que causó desperfectos en los vidrios de la entrada. Los Mossos d'Esquadra han abierto una investigación sobre el caso.

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El ataque se llevó a cabo alrededor de las cinco de la madrugada. Al parecer, uno de los vecinos del inmueble pudo apercibirse del humo que salía por debajo de la puerta y avisó, ya por la mañana, a uno de los miembros de la comunidad islámica. No hizo falta la intervención de los bomberos y casi no se produjeron desperfectos en el local.

Los vecinos de la mezquita se han venido quejando ante el Ayuntamiento de las molestias que, según afirman, les ocasiona la existencia en las cercanías de sus domicilios de este improvisado centro religioso y han reclamado su traslado a otro lugar. Algunos de estos vecinos se plantean incluso recoger firmas para forzar ante el consistorio un cambio de ubicación del centro de oración islámico.

Un integrante de la comunidad musulmana de Girona reconocía ayer que está desalentado ante la proliferación de pequeños atentados contra centros de oración musulmanes, que las autoridades califican sistemáticamente de gamberradas juveniles, pero que en ocasiones sirven para atemorizar a los practicantes del islam y, además, para dar argumentos a los que reclaman el traslado de las mezquitas por razones de seguridad.

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La mezquita de Cassà de la Selva ocupa un pequeño local, en la calle del Esport, con aberturas acristaladas que han sido tapadas desde el interior para conseguir la intimidad que reclama el culto. En el centro se reúnen unos 50 musulmanes.

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