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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Imhotep cabalga de nuevo

Hace dos años, una peripecia sin mayores intenciones, pero hábilmente vestida con trajes ajenos -el tema de una modesta película de idéntico nombre, dirigida en 1932 por Karl Freund e interpretada por Boris Karloff; un poco de Indiana Jones y un mucho de las leyendas de momias y faraones que entusiasmaron a la sociedad británica de entreguerras, a raíz del hallazgo del sarcófago de Tutankamón-, La momia reverdeció el viejo tema del antiguo Egipto y sus truculentas maldiciones. Una pareja efectiva, el estólido aventurero Fraser y la atractiva arqueóloga Weisz, dieron carne a la pareja protagonista y llenaron las arcas de la Universal, que rentabilizaba así un viejo éxito ya olvidado.

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Vuelve el héroe aventurero clásico

Continuación casi obligada por el éxito, vuelven a aparecer ahora casi todos los personajes de otrora, desde el pérfido Imhotep hasta los protagonistas y el cómico hermano de la heroína -John Hannah, un actor siempre mejor que sus personajes-. Y vuelve, no podía ser de otra manera, la verdadera protagonista de la función: la técnica de efectos especiales, una un tanto cargante gentileza de Industrial Light and Magic, la número uno de estos asuntos. Y lo cierto es que, a pesar del abuso, incluso del reciclado de algunos viejos conocidos -los monstruillos que atacan en el oasis a los expedicionarios se parecen peligrosamente a los velociraptors de Parque Jurásico 2, por ejemplo-, lo cierto es que la espectacularidad de dichos efectos alcanza y sobra para mantener el interés por lo que se nos cuenta.

Hay algo más, empero, que convierte a El regreso de la momia en una copia perfeccionada de la matriz original, y en un triunfo personal de su director, Sommers, aquí también guionista: el ritmo trepidante de la acción, que no decae nunca, como desearía toda buena dramaturgia adscrita al género, en la que los héroes son lo que hacen, no lo que piensan, especulan o desean.

De ese modo, el filme cumple a la perfección con las premisas de partida: a condición de no pedirle originalidad temática o actuaciones sobresalientes, que no va de eso la cosa, la trama mantiene el interés, hay abundancia de escenarios y peripecias diferentes y una espectacularidad, con multitud de extras incluida, que va como un guante a las intenciones de la aventura cinematográfica: no se le puede pedir más, sinceramente, para pasar un rato entretenido.

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