Blair promete una reforma radical de los servicios públicos en su programa electoral
El primer ministro abre la puerta a la inversión privada en la gestión de salud y educación
Con una demora sobre sus principales rivales, los partidos conservador y liberal-demócrata, Tony Blair presentó ayer el programa electoral del neolaborismo, con el que aspira no sólo a renovar su candidatura, sino a gobernar hasta 2011. Titulado Ambiciones para Gran Bretaña, engloba un decálogo de reformas de los servicios públicos que acompañarán la prometida inyección de capital en educación, sanidad y transporte, además de ley y orden. 'Pedimos la oportunidad de continuar el trabajo que comenzamos. Que nos dejen enfrascarnos en la tarea de un cambio genuino y radical', dijo ayer en Birmingham.
Sin embargo, el discurso quedó ensombrecido por la reacción de la ciudadanía. Pocas horas después de su intervención, el primer ministro fue increpado en el hospital de Birmingham por familiares de enfermos de cáncer para los que no hay camas. Una mujer abroncó al político durante dos minutos en los que el líder laborista fue incapaz de articular palabra. No salió mejor parado el viceprimer ministro, John Presscott, quien fue agredido por varias personas en un mitin en Gales, según informó la BBC. Antes de entrar al mitin, el político laborista tuvo que soportar una lluvia de huevos.
La reforma presentada por Blair es, en la práctica, la asignatura pendiente de los cuatro años de Gobierno neolaborista, y su aplicación en las grandes áreas públicas, prometió Blair, se dará de una forma rápida y sin concesiones ideológicas. 'No debe haber barreras, ni dogmas, ni derechos adquiridos que se entrometan en la provisión de los mejores servicios para nuestra gente', advirtió. Por ello, la iniciativa privada podrá participar no sólo en la financiación de la construcción o mejora de hospitales o escuelas, como sucede actualmente, sino incluso en la gestión de los servicios.
'La reforma será difícil en muchas instancias, pero, sin reforma, nuestros servicios se verán amenazados por la alternativa: serán desmembrados, destruidos, vendidos', señaló en una velada alusión a la tradicional imagen de los conservadores como partido de las privatizaciones. El manifiesto no habla de privatizar la sanidad, educación u otros servicios, pero propone extender la cooperación entre los sectores público y privado sobre la que ha girado el primer mandato neolaborista. Así, unidades especializadas de cirugía, que Blair promete construir para recortar las listas de espera en la sanidad estatal, podrán ser 'gestionadas por el sector privado o público'.
Los británicos se oponen a dejar la sanidad en manos privadas y Blair intentó ayer acallar el miedo a su propuesta reiterando que el 'servicio seguirá siendo gratuito'. Sin mencionar la tercera vía, etiqueta con la que autodefine la ideología 'centro-izquierda progresiva' del neolaborismo, su máximo exponente defendió ayer la necesidad de 'proveer servicios con métodos diferentes' al sistema tradicional. 'Hay un papel para la iniciativa privada en la provisión de servicios. Las barreras entre lo privado y público están difuminándose y se debe elegir el mejor método para proveer los servicios. Si no somos radicales, otros, los conservadores entre ellos, los venderán', advirtió en la sesión de preguntas que siguió a la presentación del manifiesto.
En fiscalidad, se comprometió a mantener invariable el impuesto sobre la renta, tanto en los tipos inferiores como superiores. 'No es mi deseo hacer que los ricos empobrezcan, sino enriquecer a los pobres', puntualizó.
Sin embargo, su anticipada claudicación en materia fiscal llevó al líder liberal-demócrata, Charles Kennedy, a descalificar el programa laborista afirmando que es 'tímido'. 'Podría ir más lejos', criticó ayer. 'Es la primera vez que un partido se presenta a las elecciones con la premisa de cumplir las promesas que rompieron en el primer mandato', denunció el líder conservador, William Hague.
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