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Tribuna:PANORAMA | INTERNACIONAL
Tribuna
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Vietnam, Argelia... deudas pendientes

Es imposible librarse del todo del pasado. Los acontecimientos del ayer pueden resurgir y cambiar el rumbo de la vida de una persona, como ha descubierto ahora el senador estadounidense Bob Kerrey. Su experiencia forma parte del pasado de Estados Unidos en Vietnam, una cuenta todavía pendiente. Sobre la deuda con Vietnam se ha escrito, se ha discutido interminablemente, se han hecho también películas, análisis, se han dado muchas explicaciones.

Pero nadie -excepto los bob kerrey de la guerra- ha pagado por las repetidas atrocidades que cometió el Ejército estadounidense a instancias de las autoridades civiles de Washington.

EE UU no es el único país con problemas de este tipo. Y ha hecho un esfuerzo mayor por enfrentarse a su pasado, principalmente mediante iniciativas del Congreso, que, por ejemplo, Francia respecto a la guerra que mantuvo, desde 1954 hasta 1962, contra la insurrección popular en Argelia.

Hasta hace muy poco, el Gobierno francés era reacio incluso a llamar guerra a aquella guerra. Supuestamente fueron unos meros incidentes en Argelia los responsables de la crisis nacional que devolvió al general Charles de Gaulle al poder en 1958 y le llevaron, dos años después, a dejar Argelia a los argelinos, incluso a costa del amotinamiento de parte del Ejército francés.

Antes del regreso del general De Gaulle, hubo torturas, ejecuciones sumarias y asesinatos de civiles en Argelia. De Gaulle consideraba la tortura absurda y ordenó que se le pusiera fin. Sus predecesores la habían considerado indispensable. En aquellos días, todo esto se sabía, o se daba por supuesto; pero ni el Ejército ni el Gobierno lo reconocieron hasta el pasado mes de noviembre, cuando dos altos mandos retirados admitieron su responsabilidad en las torturas, uno con candor y arrepentimiento, el otro con cinismo y desafío. Incluso entonces, tanto el primer ministro, Lionel Jospin, como el presidente, Jacques Chirac, se opusieron a las peticiones de iniciar una investigación parlamentaria.

Ahora, el oficial que defendió sus crímenes ha escrito un libro. El general Paul Aussaresses, de 83 años, afirma que correrá el riesgo de que lo lleven a juicio. Torturó 'por patriotismo', escribe, y añade que Mitterrand -en aquel momento ministro de Justicia de Francia y, años después, su presidente- tenía un representante en el cuartel general argelino, 'que nos encubría y sabía exactamente lo que pasaba'. Un historiador experto en ese periodo llama al libro 'las memorias de un asesino'. Jospin ha expresado su 'total condena moral'. Los editoriales de la prensa afirman que el historial de atrocidades cometidas en Argelia debe salir del armario en el que el Gobierno lo ha mantenido encerrado.

El general Aussaresses y (supuestamente) el ex senador Kerrey fueron ejecutores de atrocidades implícitas en la política de dos gobiernos. El general lo reconoce, explicando que usaba la electricidad y casi ahogaba a los prisioneros para obligarlos a traicionar a otros militantes argelinos. Lo que lamenta es que no pudo hacerlos hablar a todos antes de que muriesen. 'Yo no sentía ni odio ni pena', asegura. Lo escribió todo cada noche en cuatro copias, una para su comandante, otra para un alto mando y otra para el ministro residente del Gobierno en Argelia. La cuarta la guardaba él.

El ex senador afirma lloroso que no recuerda lo que sucedió realmente. ¿Ordenó que se matara a mujeres y niños? No lo cree. No, él no habría hecho eso. 'Lo que recuerdo de este caso', dice, 'está envuelto en la niebla de la noche, la edad y el deseo'.

Si Kerrey fuera culpable del asesinato de civiles indefensos, habría cometido el mismo delito por el que el teniente William L. Calley Jr., el comandante considerado responsable de las atrocidades de My Lai, fue sentenciado a cadena perpetua con trabajos forzados. El teniente Calley cumplió en realidad cuatro años de arresto domiciliario. Lo expulsaron del Ejército por la misma razón por la que nadie -o prácticamente nadie- de los que han comentado el caso Kerrey dirá que el ex senador debe ser juzgado.

La verdad es que Estados Unidos ha guardado oficialmente en secreto -aunque nunca fue un secreto- que las atrocidades cometidas en Vietnam contra civiles fueron habituales y exigidas implícitamente por comandantes que seguían órdenes del Gobierno de Washington. Era notoriamente sabido en Vietnam que la práctica de las 'zonas de tiro libre' producía bajas indiscriminadas de civiles, como los bombardeos de los B-52 y los barridos aéreos y de la artillería en el Delta.

El programa Phoenix se dedicó a asesinar civiles a los que jóvenes oficiales de la CIA consideraban miembros de Vietcong. Las bajas civiles se identificaban de manera universal como soldados del Vietcong en el recuento de cadáveres, el indicador de éxito de Washington.

Este secreto a voces se mantuvo acallado porque, si se reconociese, a quienes habría que juzgar sería a los que en Washington trazaron los objetivos de la guerra, concibieron las políticas y enviaron las órdenes que provocaron las atrocidades.

La conclusión que se saca de esto, con la que probablemente se muestre de acuerdo la opinión pública estadounidense, es que es mejor que se hable de la culpa o la inocencia de Bob Kerrey y que no se remueva el tema de la responsabilidad de aquellos individuos bajo cuyas órdenes actuó.

William Pfaff es politólogo estadounidense

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