Los 3.700 millones de Tito
El domingo 6 de mayo, un lector lamentaba que el destino de los 3.700 millones de Tito fuese pagar unas vacaciones de una semana en el espacio. Argumentaba que, según cálculos propios y de datos ofrecidos por una ONG, se podían haber salvado unas 2.000 personas. Si este razonamiento fuese particular, de una sola opinión, no me molestaría en escribir estas líneas, pero me temo que muchos miles de personas (entre ellos mis propios padres) lo comparten. No voy a discutir estos resultados, sino e1 trasfondo que, desde mi punto de vista, resulta trascendentalmente negativo.
¿Acaso ese lector no se ha ido nunca de vacaciones? ¿No se ha ido nunca a cenar fuera con sus amigos? ¿No se ha tomado nunca una cerveza? ¿Y un café? Si mantenemos que de cada 100 pesetas diarias que destinamos a todo lo que sea superficial (unas vacaciones, una pequeña ilusión como la cerveza, la cena o, si me apuran, la lectura de este periódico) el resultado es que no salvamos a un pobre del Tercer Mundo, no sólo las críticas las merece el señor Tito, sino todas las personas (yo el primero) que no dedicamos nuestra vida en cuerpo y alma a los demás. Parece ser que las acciones importantes para conseguir un mundo mejor sólo las puedan realizar los ricachones y a los demás (los no-ricos) sólo nos queda quejarnos de la insolidaridad de los primeros. ¡Así va el mundo!
