Réplica
A propósito de la carta de Salvador Martínez Ortiz.
1. Es curioso que en este asunto los únicos nunca consultados seamos los profesores. Quizá porque no interesa escuchar lo que es un secreto a voces: la LOGSE es un fraude, y el descontento entre los profesionales de la enseñanza, absolutamente generalizado. La 'benéfica LOGSE' no favorece la igualdad, sino la mediocridad, y está produciendo generaciones de haraganes, alentados por la más nefasta de las medidas: la de la promoción de curso sin necesidad de aprobar. El esfuerzo intelectual y el afán de superarse han desaparecido entre el alumnado como efecto de tan seráfica ley. Pero no es sólo por ella.
2. Desgraciadamente, y aunque esta ley fuese buena, que no lo es, los profesores y la enseñanza no somos en la sociedad actual sino una isla, cada vez más pequeña, en el proceso de aprendizaje de una juventud que absorbe a diario sus modelos de conducta, sus patrones vitales y sus principios morales de los medios de comunicación, fundamentalmente de la televisión.
Basta asomarse a los programas que en ella abundan para entender que nuestros alumnos encuentren normal insultarnos, tirarnos piedras, escupirnos, masturbarse, orinar y defecar en aulas y pasillos, amenazarnos con cortarnos los pezones, pegarnos, autolesionarse para denunciarnos a la policía... No exageramos hasta la caricatura, es que nos pegan.
3. Locura o ignorancia es pensar que un alumno que comete estos actos es un chaval revoltoso al que un buen profesor o un padre atento, con pedagogía y buenas palabras, pueden reconducir. Son ustedes, los avestruces de la pedagogía, los que no quieren enterarse del futuro que se nos viene encima, que es nuestro presente en las aulas y el mañana de toda la sociedad. Una sociedad injusta, insolidaria, consumista y agresiva que cría cuervos y espera que, por artes mágicas, se conviertan en gorriones.
4. Los profesores de secundaria de Ceuta, entre los que me incluyo, hemos solicitado unánimemente esas aulas separadas para este tipo de alumnos y otras medidas como la desaparición de la citada promoción automática y la modificación del Decreto de Derechos y Deberes del Alumnado, porque la tarea del profesorado no es ya la de educar ni enseñar (¡qué más quisiéramos!), sino la de la autodefensa.
¡Ah!, y no sólo no somos la 'derechona', sino que las reformas del PP nos parecen tímidas, no porque estemos a la derecha de la derecha (más bien en el extremo opuesto en mi caso concreto), sino porque juzgamos la situación desde la razón y el sentido común que, al parecer, no son políticamente correctos.-
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