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'Asumo que mi película no batirá récords de taquilla'

Como un buen vino o un perfume, el cine de Marc Recha (Barcelona, 1970) está hecho con sosiego, con calma. Del principio al fin. Así resulta como resulta: fresco, libre y, sobre todo, con un sabor particular. No admite comparaciones. Este joven director, intuitivo y autodidacta, formado a fuerza de sesiones triples de filmoteca y que adquirió oficio en París, ha optado por situarse al margen de modas y prescindir de convencionalismos. Ya lo consiguió hace tres años con El árbol de las cerezas -su segundo filme tras El cielo sube, que rodó a los 21 años-, película por la que obtuvo el premio de la crítica en el Festival de Locarno y fue vitoreado en Francia, donde se le conoce bien, y lo ha vuelto a lograr con Pau y su hermano, que se proyectará mañana en la sección oficial del Festival de Cannes y se estrenará en España el día 25. En esta cinta, Recha pulveriza los esquemas clásicos del cine.

Según afirma, no es la suya una apuesta estética o estilística, ni siquiera experimental, sino puramente personal. Su obsesión es fijar en el celuloide la vida y el paso del tiempo, y su aspiración en el trabajo, y se diría que en la vida: crear con tranquilidad e independencia. Algo que no es fácil de obtener en este negocio, donde, a menudo, la taquilla se impone. 'Mis películas necesitan reposo', sentencia Recha. Los hechos, en el caso de Pau y su hermano, le dan la razón: ocho versiones del guión; tres meses de rodaje en medio de la paz del Pirineo catalán, y el estreno, ocho meses después de acabar de filmar. Ahora, el cineasta sólo espera que se produzca algo que no está en sus manos, ni siquiera en las del productor: que el filme permanezca en las salas aunque la recaudación no sea espectacular.

Cuenta Recha en Pau y su hermano una historia que, en gran parte, tiene que ver con él. Habla del vínculo entre dos gemelos -en la vida real, el director tiene un mellizo, David, que, aunque no es actor, en la película encarna a Àlex, la fantasmal aparición del hermano de Pau- y la relación materno-filial. 'Me interesaba explorar asuntos como la maternidad, los hijos, los hermanos..., y abordarlos de una manera muy íntima, desde el sentimiento, con mucho cariño', cuenta el cineasta, y confiesa que en algún momento del rodaje tuvo que hacer un enorme esfuerzo para distanciarse de lo que presenciaba, porque era incapaz de resistirlo. Le sucedió, por ejemplo, al tener que enfrentarse a las escenas posteriores al hecho con el que arranca la trama: el suicidio de Àlex. Contemplar a su hermano, el de verdad, en el depósito de cadáveres, y asistir a su supuesta incineración le costó una barbaridad.

A partir de la muerte de Àlex comienza una suerte de viaje iniciático del hermano de éste, Pau, a quien encarna David Selvas (Caricias, Amigo / Amado), y de su madre, Mercè (Alicia Orozco, que guarda un asombroso parecido con la madre de Recha, Àngels), a los paisajes de montaña donde aquél vivió los últimos meses. Allí hallarán a su novia, Sara, a quien da vida Marieta Orozco (Barrio, Kràmpack), hija en realidad de Alicia Orozco, y sus amigos Toni (Juan Márquez), Emili (Luis Hostalot) y la hija de éste, Marta, interpretada por Nathalie Boutefeu. Cada uno a su manera, descubrirá un Àlex diferente del que creía conocer.

Si Pau y su hermano es una película inusual, se debe seguramente a que lo fue su rodaje. Los actores y los técnicos, unas 15 personas en total entre españoles y franceses -el filme es una coproducción de la empresa catalana Oberon y la francesa JBA-, convivieron en un hostal del diminuto pueblo de Gòsol. Esa experiencia, afirma Recha, los enriqueció 'humanamente' y, a su juicio, la excepcional vivencia se refleja en la pantalla. 'Es una película tan especial que dudo si en el futuro podré llegar a hacer otra semejante', confiesa.

Luego, está la forma de filmar: las secuencias se rodaron cronológicamente, algo completamente inhabitual, y Recha desechó los recursos típicos del cine. No hay en el filme iluminación artificial; los actores no van maquillados -'me van a matar cuando se vean en la pantalla', bromea-; usan sus propias ropas, y sus casas en la ficción están decoradas con sus objetos. Tampoco utilizó Recha ningún mecanismo auxiliar de rodaje. Ni travelling, ni grúas.

Pese a todo, el director se niega a considerar su cine una rara avis. 'No creo que la mía sea precisamente una apuesta valiente o arriesgada, contrariamente a lo que se dice. Me limito a seguir, a mucha distancia, los pasos de otros que ensayaron esta misma forma de hacer cine antes que yo. Me refiero a grandes directores, como Roberto Rossellini, Jean Eustache o John Cassavettes', apunta. Sí es consciente, en cambio, de que sus películas, y muy en particular Pau y su hermano, no son de las que arrasan en taquilla. 'No es mi intención que se llenen las salas. Pau y su hermano no es un filme de resultados inmediatos. Tanto el productor como yo asumimos, desde que nos embarcamos en el proyecto, que la película no batirá récords de asistencia. Particularmente, lo que me interesa es el espectador como individualidad y de él espero emoción, que descubra y saboree los momentos del filme, tanto los duros como los dulces, que también los hay', señala Recha.

Pau y su hermano, rodada en catalán y francés, se exhibirá en esas lenguas. 'Considero básico captar lo tangible, y la realidad sólo puede transmitirse mediante el idioma original', lanza Recha.

Marc Recha, fotografiado en el barrio de Gràcia de Barcelona.
Marc Recha, fotografiado en el barrio de Gràcia de Barcelona.SILVIA T. COLMENERO
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