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Reportaje:

Menos comida, pero más cara

El consumo se estanca, aunque aumentan los precios que pagan los consumidores

Los españoles comen menos, pero pagan más dinero por los productos alimenticios que consumen, según datos del Ministerio de Agricultura. Ahora queda ya lejos la euforia de años anteriores, cuando se puso de moda la dieta mediterránea.

La demanda de productos alimenticios en España está de capa caída. Los españoles comen menos, pero pagan más por los productos alimenticios. Según los datos manejados por la Administración, el consumo se halla prácticamente estabilizado en volumen. Frente a la euforia de los años precedentes, cuando se aireaba la orientación de los consumidores españoles por la dieta mediterránea, ahora la situación es más negativa. Sólo algunos productos básicos en ese tipo de dieta, como las frutas frescas y los cereales, mejoran sus posiciones, mientras otros productos claves en esa alimentación se hallan en franca retirada, como las legumbres, el aceite de oliva y el vino, a pesar los precios a la baja.

Según los datos elaborados por el Ministerio de Agricultura referidos al año 2000, basado en la encuesta en 6.000 hogares, 700 establecimientos de hostelería y 200 centros institucionales, el gasto total en alimentación en España durante ese periodo fue de 9,4 billones de pesetas, frente a los 8,8 billones del ejercicio anterior. De acuerdo con los mismos estudios, el consumo en volumen aumentó solamente el 1,2%, mientras los precios medios por unidad lo hicieron el 5,6% y el gasto creció el 6,8% en pesetas corrientes, con un comportamiento similar en cada uno de los puntos analizados.

Para el Ministerio de Agricultura, el estancamiento de la demanda es una situación que se mantiene ya durante los últimos años. No fue ninguna consecuencia de la enfermedad de las vacas locas. La visión es más negativa para la industria agroalimentaria, según las cifras hechas públicas en su día por la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB). En el último ejercicio, de acuerdo con los datos manejados por esta organización empresarial, la demanda de productos alimenticios tenía un comportamiento positivo en los diez primeros meses del año. Sin embargo, a partir de noviembre se produjo una violenta caída en la demanda, las empresas vieron reducir drásticamente los pedidos, para cerrar el año con una facturación de 9,15 billones de pesetas. Esa cifra, en pesetas corrientes, suponía un aumento en la factuación del 1,25%, pero una caída del 2,7% en pesetas constantes. En términos físicos, la caída de ventas fue de casi el 1%, descenso que se sumaba a la caída del 0,10% del ejercicio anterior.

La reducción en las ventas de productos alimenticios en volumen y el pago de precios superiores por unidad por productos más elaborados se reconoce como uno de los elementos característicos de los países más desarrollados. En el caso de España, el recorte en la demanda alimentaria se interpreta como la consecuencia lógica de diferentes factores. En primer lugar, se trata de una sociedad más envejecida, con una población que requiere una menor demanda para cubrir sus necesidades. En medios de la industria se estima igualmente el impacto negativo en la demanda en volumen por una mayor generaliazción de las dietas y el consiguiente recorte en la alimentación. En el caso concreto del último ejercicio, para la industria alimentaria, el recorte en las ventas habría sido un primer reflejo de que la economía no va tan bien como se maneja en las cifras oficiales, penalizando los gastos en alimentación.

Según los datos del Ministerio de Agricultura, el gasto por persona y año en los hogares en productos alimentarios ascendió a 169.747 pesetas, lo que supone un aumento del 11% sobre el ejercicio anterior. Diciembre siguió siendo el de mayor gasto, con casi 19.000 pesetas por persona, y agosto y febrero, los de menor, sin llegar a las 13.000 pesetas.

Si tomamos como referencia las últimas décadas, se ha producido un cambio importante en el destino de los gastos en productos alimenticios

En 1958, de cada 100 pesetas, 18,5 se destinaban a pan, pastas y cereales; 13,1 pesetas, a patatas y hortalizas frescas y transformadas;17,6 peseats, a carnes; 6,8 pesetas, a huevos; 8,5 pesetas, a aceites; 8,3 pesetas, a pescados, y 8,7 pesetas, a leche y derivados.Frente a esas cifras, en el año 2000 ha caído el destino de recursos en pan y pastas, que ya supone solamente 9 de cada 100 pesetas; los huevos significan solamente 1,5 pesetas, y 2,9 pesetas se destinan a los aceites. Por el contrario, ha subido el peso de las carnes, que pasan a suponer 24,1 pesetas; la leche y derivados, 12,1 pesetas, y los pescados, 13,7 pesetas de cada 100.

Tomando como referencia los datos sobre el año pasado, el comportamiento de los sectores más importantes fue el siguiente:

Carnes. Aumento del consumo el 1,4%; el precio medio subió el 3,4%, y el gasto total, un 4,8%

Pesca. El consumo creció el 3,9%; los precios lo hicieron el 4,7%, y el gasto, el 8,8%.

Leche líquida. El consumo aumentó el 0,6%; los precios, el 2,6%, y el gasto, el 3,2%.

Derivados lácteos. La demanda aumentó el 2,8%; el precio bajó el 1,3%, y el gasto aumentó el 1,5%.

Pan. El consumo creció el 0,8%; los precios, el 10,1%, y el gasto, el 11%.

La dieta mediterránea pierde posiciones en vino y aceite

Durante los últimos años, España ha sido el principal defensor de la llamada dieta mediterránea, que de alguna manera se h a tratado de exportar a otros países. Pero, en casa del herrero cuchillo de palo. Y, lo que parece que era uno de los logros más importantes de la política alimentaria española, según los datos del último año, tampoco está funcionando. En la parte positiva,en el año 2000 hubo una mayor demanda de pescado,siguiendo la línea de incremento de la última década y también por la caída de las ventas de carne de vacuno por la enfermedad de la vacas locas.Siguió el crecimiento en la venta de platos preparados, los cereales,bollería, derivados lácteos y las frutas frescas. Pero, junto a estos datos positivos, los negativos sido lo más preocupantes. La demanda de legumbres ha tenido una caída superior al 10%. Lo más más destacable ha sido el descenso en las ventas de vino y de aceite de oliva. En vino, la caída ha sido general,a pesar venir de una buena campaña y entrar en otra campaña de producción récord. En el vino de mesa, la caída en la demanda fue del 5,8%, mientras el precio subió el 5,8% y el gasto se mantiene estabilizado.Más significativo es el comportamiento del vino con denominación de origen, con una caída en las ventas del 3,4%, con un incremento en el coste del 19,4% y del 15,4% en el gasto total. La fuerte subida de los precios no ha sido aceptada por el consumidor. En aceite de oliva, a pesar de las altas cosechas y los precios a la baja, se produjo un descenso de la demanda del 6,5%, mientras los precios lo hicieron el 3,6% y el gasto en un 9,9%, dato que se estima poreocupante.

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