Convergencia tardía

La medida de la renta provincial en España es un avance estadístico de primer orden que con frecuencia tiende a menospreciarse u olvidarse. Gracias a esa medición, impulsada y mejorada con encomiable tenacidad por los estadísticos y el servicio de estudios del BBVA, los ciudadanos españoles tienen conciencia de las desigualdades regionales y del enorme desequilibrio de infraestructuras y servicios que existe entre las economías regionales españolas. Año tras año, la medida de la renta provincial que realiza el BBVA, apoyada en las estadísticas del INE, viene a recordar que vivimos en un país con varios niveles de riqueza que, por cierto, tienden a acentuarse.

Una primera reflexión que surge de la lectura de las estadísticas que recoge el texto -un poco atrasadas, pero es el precio que hay que pagar por la precisión- es que la convergencia real con Europa, entendida como la diferencia que existe entre la renta española y la media de los socios de la Unión Económica y Monetaria (UEM), no es tan fácil de conseguir. El discurso político dominante, en este caso patrocinado por el Gobierno, sostiene que la convergencia real con Europa es a corto plazo, del orden de una o dos legislaturas.

Sin embargo, cualquier economista razonable sabe que este optimismo es sólo una impostura política, un ejercicio más de demagogia. Porque para que esa convergencia se produzca, la economía española tendría que crecer un punto por encima de la media de la UEM durante 20 años. Así que el gran objetivo del Gobierno del PP -al menos durante la etapa electoral, porque es contradictorio con el más reciente de déficit cero- no deja de ser un deseo que puede o no realizarse en el plazo de una saga de Alejandro Dumas, 20 años después en el mejor de los casos.

Los datos que ofrece Renta nacional de España confirman, además, que se está consolidando un eje de riqueza que va en diagonal desde el País Vasco hasta la Comunidad Valenciana y recoge Madrid, Navarra, Aragón, Cataluña y la Comunidad Valenciana. En esa amplia mancha de riqueza se concentran las rentas que van desde el 88% de la media europea hasta las que superan esa media -Girona es la más rica, con el 120% de la renta europea-. Este proceso desmiente ya las tradicionales distinciones entre norte y sur y parece apostar más por la cuenca del Ebro y el Mediterráneo superior. El este español, prácticamente de arriba a bajo, parece tener serias dificultades para mantener la conexión con la media del crecimiento y de la riqueza española. Su ritmo de acercamiento a la media europea es casi inapreciable.

Una última consideración: ésta es sin duda la investigación estadística peor utilizada y explotada del país, a pesar de sus evidentes virtudes y su inexcusable utilidad. Debería utilizarse como un punto de partida para la reflexión política; pero de eso cada vez hay menos.