La música de la generación de la libertad

Cuando vieron en el escenario el gran cartel de EL PAÍS con las fechas 1976-2001, los miembros de La Oreja de Van Gogh sintieron que ahí estaba también toda su vida. Tienen alrededor de 25 años y han crecido arropados por una forma de pensar y de ver el mundo muy distinta a la de sus padres. 'EL PAÍS nació con nosotros y significa los valores progres y la eterna otra España', decía ayer Xabi San Martín, teclista del grupo donostiarra, poco antes de salir al escenario. 'En estos 25 años han pasado más cosas que en todo el siglo pasado', exagera.

'Somos la generación de la libertad', añade Pablo Benegas (guitarra), 'y eso se refleja en nuestras canciones. Hablamos de la alegría de vivir y de cierto positivismo. Del amor y la amistad, que son también opciones comprometidas y válidas en la vida. No sólo hay que hablar de los problemas sociales, sino de cosas que nos mueven a todos y que todos sentimos'.

Amaia Montero, cantante de este grupo de pop que arrasa entre las generaciones más jóvenes, insiste en que el éxito que tienen se debe justamente al carácter simple y cotidiano de sus canciones. 'Son temas que escuchas y con los que te puedes sentir identificado. Canciones que no te solucionan nada en la vida, pero por lo menos te hacen cantar un momento y sentir que se refieren a una experiencia que compartes con otros'.

Puntos de vista

Sin duda alguna, los cerca de 9.000 asistentes que ovacionaron a esta banda cuando salió al escenario, casi a medianoche, pensaban y esperaban lo mismo que Amaia. Con dos discos en el mercado y 900.000 copias del último, El viaje de Copperpot, tienen razones de sobra para sentir que comparten el espíritu de un amplio sector de su generación. El público coreó prácticamente todas las canciones de la banda, aunque no llegaron a opacar la voz de la cantante. Su gran final fue una versión de Por qué te vas, de Jeanette, que sirvió de nexo musical entre padres e hijos.

Pero aunque en el Palacio de Deportes se respirara entre la multitud un ambiente despreocupado y algo ingenuo, con ganas de bailar y cantar a la mínima provocación, hubo otros que quisieron dejar claro que no se trata de una generación frívola y egoísta. Jarabe de Palo abrió el concierto con Depende, su gran himno a la relatividad y la desconfianza en las apariencias.

No tardó Pau Donés en recordar que los beneficios del concierto Un País de pop y de rock, el segundo de los tres que han celebrado el 25º aniversario de EL PAÍS, iban a ir a parar a un proyecto específico del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la ayuda a las mujeres y niños afganos que han tenido que abandonar su país por las presiones de los talibán. 'La gente joven es a veces más consciente de los problemas del mundo que los adultos', afirma. 'Creo que son muy solidarios y mi mensaje es que deben serlo todos los días y no sólo en ocasiones puntuales como ésta'.

No se muestra muy de acuerdo con la opinión de los miembros de La Oreja de Van Gogh y su visión demasiado positiva de la vida. 'Por más que hayan crecido en familias donde no faltaba qué comer, los jóvenes de ahora también tienen problemas de inadaptación. Nuestras canciones hablan de eso, son más realistas que positivas, pero es importante acentuar ese ligero tono amargo'.

Un tono que los veteranos músicos de Danza Invisible no trajeron en su equipaje para el concierto del pasado viernes por la noche. Javier Ojeda, el cantante de esta banda malagueña con cerca de 20 años de trayectoria, se mostró definitivamente partidario de la música como fiesta.

Con temas como Sabor de amor y sus versiones de Yolanda y A este lado de la carretera, lograron meterse en el bolsillo a un público algo alejado de su historia. Ojeda tiene tanto de cantante como de animador y de bailarín. No dejó de jalear a los presentes e incitarlos a botar con él, al ritmo de su pop pegadizo.

La edición, el año pasado, de un recopilatorio de su carrera y el próximo lanzamiento de un nuevo álbum del grupo, Efectos personales, habla más que de la persistencia, del convencimiento de que la música es su razón de ser. 'Llevamos muchos años haciendo música y seguimos con entusiamo. Si pensara que el pop es algo que pasa de moda o está superado, no continuaría sacando discos'.

Ojeda comentaba antes de salir a escena que el periódico EL PAÍS ha estado con ellos en la carretera durante todos estos años. 'Es un ritual un poco estúpido, pero se ha hecho algo infaltable cada día que estamos de gira. Por la mañana va uno de nosotros a comprar el periódico, que es el único que compramos, además de la prensa deportiva, entra gritando '¡The country!', y nos lo dividimos por secciones. Cuando viene el Tentaciones, grita '¡Temptations!', y nos lo turnamos.

Fue una noche en la que la música habló de la parte más positiva y alegre de la existencia y 9.000 personas se dieron cita para cantar a la primavera de la vida.