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Reportaje:

El Papa, camino de Damasco

Juan Pablo II será el primer pontífice que visite Grecia desde el cisma de Oriente, en el siglo XI

Juan Pablo II inicia el próximo viernes su particular camino de Damasco -a la capital siria llegará el sábado- con una visita histórica a Atenas: será la primera vez que un papa viaja a Grecia desde el gran cisma de Oriente, cuando se separaron las iglesias católica y ortodoxa, el 16 de julio del año 1054. Para hacer posible este viaje a un país donde el 98% de la población es de confesión ortodoxa frente a una minoría de menos de 60.000 católicos, el Vaticano ha tenido que desplegar toda su habilidad diplomática. De hecho, la visita del Papa, de tan sólo 24 horas, responde a una invitación del presidente griego, Costís Stefanopoulos, y no de la Iglesia ortodoxa griega, que la ha aceptado a regañadientes sin disimulo alguno.

La Iglesia ortodoxa griega se prepara para recibir a Wojtyla como un 'simple peregrino'

Las diferencias entre la Iglesia ortodoxa (en griego, conforme a la justa doctrina) y Roma tienen más de históricas que de doctrinales, excepción hecha del dogma de la primacía del Papa y de su infabilidad, inaceptable para los ortodoxos, cuya iglesia es un agregado de congregaciones autónomas unidas únicamente por la fe. En Grecia, ortodoxia e identidad nacional van de la mano. Desde las cruzadas y desde la caída de Constantinopla en 1453 -aún hay quien reprocha a Roma y a las potencias católicas no haber ayudado a Bizancio a impedirla-, monjes y monasterios han sido los guardianes del helenismo y del idioma griego en los oscuros siglos de la dominación otomana e incluso durante la resistencia al nazismo. No es extraño, por tanto, que tenga actualmente un estatuto de Iglesia de Estado: la Constitución griega define a la Iglesia ortodoxa como 'religión dominante', es el Estado el que paga a los monjes y hasta hace unos meses el DNI griego incluía la confesión religiosa de su portador.

Este predominio ha sido contestado por la minoría católica, que se siente discriminada, acusando a la Iglesia ortodoxa de intransigente y fundamentalista, críticas a las que la jerarquía griega ha respondido condenando históricamente la hipocresía y el lujo del Vaticano y, más recientemente, su 'violento proselitismo' en los territorios ortodoxos como los Balcanes y Ucrania, adonde Wojtyla tiene previsto viajar a finales de junio.

En Ucrania, el conflicto con los uniatas -católicos de rito bizantino, prohibidos por Stalin y cuyos bienes fueron a parar al clero ortodoxo- ha alimentado la tensión entre ambas confesiones, al igual que las guerras en los Balcanes en los últimos años ha motivado un cruce de acusaciones por el apoyo religioso a los nacionalismos croata (católico) y serbio (ortodoxa).

En estas circunstancias, la Iglesia griega se prepara para recibir al Papa como un 'simple peregrino' sometido a ciertas limitaciones protocolarias. Aparte de las manifestaciones habidas en las últimas semanas contra su visita, Wojtyla no tendrá ningún recibimiento especial como es habitual en el aeropuerto a su llegada, la misa que oficiará se celebrará en un estadio cerrado ante 18.000 fieles y la televisión pública sólo emitirá extractos de su estancia.

Juan Pablo II será recibido por el presidente griego y después tendrá dos breves encuentros con el arzobispo de Atenas, Christodolus, que es también presidente del Santo Sínodo -máxima instancia de la Iglesia griega-, en los que éste explicará al Papa 'todos los problemas de contenido histórico y dogmático' que separan a las dos iglesias.

Pero el momento cumbre de la visita papal llegará después del mediodía del viernes cuando Juan Pablo II se dirigirá a los atenienses desde la colina del Aerópago, cerca de la Acrópolis, como hizo san Pablo en el año 50 de nuestra era. Allí se leerá una declaración común de los cabezas de ambas iglesias, pero no sonará, como suele ser habitual en estos casos, el Aleluya de Haendel, una música considerada 'demasiado occidental' por la Iglesia ortodoxa griega.

El pergrinaje del Papa tras las huellas de Saulo le llevará en un mismo viaje a un país ortodoxo como Grecia, a uno musulmán (Siria) y a uno católico (Malta, el martes).

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