Una deuda de ocho billones desbarata el ambicioso desarrollo mundial de BT
La operadora redefine su estrategia internacional
En los noventa, British Telecom y la estadounidense AT&T marcaban el ritmo al sector de las telecomunicaciones. El operador británico desplegaba un ambicioso programa de adquisiciones y alianzas en Europa al tiempo que preparaba su desembarco en Estados Unidos. Su gran rival, AT&T, apostaba por la telefonía móvil y ambas aparecían como ganadoras de la batalla mundial.
El siglo XXI no ha podido empezar peor para los británicos y su tabla de salvación es, precisamente, la alianza que firmaron en 1998 con AT&T para desarrollar una red mundial de transmisión de datos, para extender a las comunicaciones móviles y otras actividades. Pero la alianza no marcha.
BT, además, renunció ayer a dar batalla en el mercado japonés, donde tienen depositadas ahora sus expectativas las grandes compañías del sector porque será el primero en el que se lancen los servicios de telefonía móvil de tercera generación. La venta del 20% de Japan Telecom y J-Phone a Vodafone, su acérrimo rival británico, y la salida de la española Airtel resta a BT oportunidades de fortalecerse en las telecomunicaciones por el que más fuertemente ha apostado en los últimos tiempos. Precisamente, el origen de su crisis está en la abultada deuda que acumula como consecuencia de su apuesta por la obtención de licencias, en subasta, en los mercados europeos de UMTS. Una apuesta que se ha llevado por delante al histórico Iain Vallance, después de 35 años en la empresa, Y es que la deuda suma 30.000 millones de libras (ocho billones de pesetas).
Proyectos de fusión
Vallance asistió al fracaso de su intento de entrar en Estados Unidos de la mano de MCI, el segundo operador de larga distancia, finalmente emparejado con WorldCom. La maniobra, que se consumó en 1999, dio al traste de la alianza de los británicos con Telefónica, que se decantó por MCI WorldCom. Para nada. Fue famosa la foto de Vallance y Juan Villalonga, presidente de Telefónica, acompañados de otros ejecutivos, para santificar unas relaciones que luego quedaron únicamente plasmadas en una servilleta.
BT intentó de nuevo la fusión con Telefónica en 2000, en la etapa final de Villalonga. Las diferencias sobre el reparto de poderes en la nueva empresa dio al traste con el proyecto. Desde entonces, los británicos se han dedicado a buscar alternativas en el mercado doméstico, donde todavía son fuertes, y a deshacer los intrincados lazos que habían desarrollo en otros mercados. Algunas soluciones se las han dado rivales como Vodafone.
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