Balas contra los jóvenes de la Cabilia
La revuelta bereber añade un nuevo capítulo a la crisis que desde hace nueve años vive Argelia, dominada por la lucha contra el integrismo, y arroja al mismo tiempo luz sobre el profundo malestar social que padece la población de la Cabilia. El Gobierno argelino tuvo que admitir que existen muy pocas razones para justificar que las fuerzas de seguridad estén disparando con balas reales contra los jóvenes manifestantes. El ministro del Interior, Yazid Zerhuni, atribuyó a los 'errores' de las autoridades locales el derrotero que tomó la revuelta, mientras éstas se eximen de culpa diciendo que la orden de tirar no pudo darse sin el consentimiento de las altas instancias del país. Pero los informes facilitados a la prensa por los forenses de los hospitales de Tizi-Uzu y Bujía, donde se hizo la autopsia a algunas víctimas, son reveladores: la mayor parte presentaban en la cabeza heridas mortales causadas por balas procedentes de fusiles Kaláshnikov, el arma utilizada por la gendarmería. Zerhuni reconoció finalmente que los servicios de seguridad no emplearon balas de caucho porque no las tenían. Las familias de las víctimas insisten en que la orden fue disparar a matar.
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