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ENTREGA DEL IV PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA

Muñoz Molina destaca el placer del reencuentro con América

Antonio Muñoz Molina no suele prodigarse como jurado literario. Con el Alfaguara hizo una excepción por su carácter hispanoamericano, y ayer calificó como gozosa la experiencia de participar en las deliberaciones de un jurado multinacional, y como un placer la posibilidad de encontrarse de nuevo con la literatura americana, de renovar un diálogo que el tiempo había amortiguado, y que llegó a ser muy fructífero en diversas etapas. 'Lo fue en la época de Unamuno y Ortega y Gasset, y más tarde, en los años setenta, cuando nos llegaban los libros de Cortázar, Vargas Llosa o García Márquez'.

Muñoz Molina cree que, con este libro, Elena Poniatowska va a convertirse en una escritora panamericana, porque, gracias al premio, va a llegar sin dificultad a otros países del área como Colombia, Uruguay, Argentina, en un intercambio que, según el autor de Sefarad, no funciona todo lo bien que debiera.

Provincia de un idioma

Por su parte, Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA, hizo suyas las palabras de Muñoz Molina ('España es una provincia de un idioma mucho más grande que nosotros'), para añadir: 'A esa grandiosa provincia se dirigen los esfuerzos de Alfaguara, de nuestro grupo y de este premio'.

Tras hacer referencia a los anteriores ganadores (el cubano Eliseo Alberto, el nicaragüense Sergio Ramírez, los españoles Manuel Vicent y Clara Sánchez), Jesús de Polanco recordó a Poniatowska que el premio no sólo se refiere al viaje físico de los libros, sino que los autores que lo obtienen viajan durante meses a lo largo de las más importantes ciudades de todo el territorio del español, 'hablando de literatura y de sus propias novelas, acercando verdaderamente a los lectores -a esos 400 millones de lectores que hablan y leen en español- lo que imaginan y escriben en nuestro idioma'.

Polanco también citó a Carlos Fuentes, presidente del jurado de la primera convocatoria del premio, que cuando ganó Poniatowska saludó la novela como 'una reválida de la unidad cultural y sentimental de la lengua'. Fuentes, buen amigo de la escritora y periodista, dijo entonces que La Poni destaca por su frescura y su vigor, por su convicción y su valor, y por su manera 'nueva, a veces muy radical y muchas veces muy tierna, de ver el mundo'.

Polanco concluyó así: 'Poniatowska es un emblema de compromiso moral con su país y con su tiempo'. Y después le entregó el cheque de 175.000 dólares con dos besos, y no le entregó la escultura de Martín Chirino 'porque pesa mucho'.

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