_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fuero universitario

Durante la República (y antes) hubo 'fueros universitarios': la policía no podía entrar en los centros públicos de enseñanza. Los problemas los dirimíamos dentro; todavía me quedan señales de alguna de esas disensiones. En la calle, un guardia con su porra se limitaba a veces a pedir el carné a los que se sospechaba que no eran estudiantes, sino alborotadores, provocadores. Franco acabó con todos los fueros: la república, decía, era una barbarie. Uno de los hechos fuertes que ayudaron a llegar a la II República Española fue la lucha de los estudiantes de medicina en San Carlos (el grupo de edificios donde está el Reina Sofía); y también algunas de las algaradas en la universidad de la calle de San Bernardo, con algún tranvía derribado como barricada. El rey sacó a los estudiantes de Madrid -la Ciudad Universitaria- para evitarlos; la República iba a sacar los centros oficiales -Nuevos Ministerios- para salvarlos de intentos de ocupación.

Ahora los fueros universitarios no existen. Entraron los guardias para que los chicos desocuparan las aulas de periodismo, para sacar a los de la Orwell, que tienen fuertes inquietudes políticas -Orwell fue trosquista en la guerra de España, antisoviético: sus novelas contra el futuro comunista sirven para la actual burguesía democrática española y otros lugares-; se dice que los guardias fueron llamados por el decanato -sin duda es cierto- para cubrir un poco la intromisión armada, la idea de que los fueros aún son una sombra viva; se informa de que fueron sacados 'de uno en uno', para evitar la idea de arrastre masivo, de acción dura de los antidisturbios, a los que el delegado del Gobierno ha hecho tristemente célebres en Madrid. No han tenido ocasión de expresar sus quejas, sus puntos de vista, sus disconformidades.

Claro que en el mundo del orden todos piensan que esto debe ser así: la universidad es para estudiar; los catedráticos, para enseñar; los ministros, para ordenar los planes de estudio y las reformas que quieran; los guardias, para expulsar y reprimir al que altere el orden; la madre, para regañar; el padre, para olvidar lo que hacía cuando era estudiante, cuando no quería a Franco; y los periodistas, para mirar con el ceño fruncido estas cosas. Para criticar enseñanza, planes, ministros y universidades y desafueros estamos nosotros. Los estudiantes nunca pueden volver a ser lo que eran: su condición tiene que ser apolítica, y su pensamiento, único.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_