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EE UU no venderá a Taiwan el radar antimisil que irritaba a China

Bush suministrará a la isla submarinos y destructores

La venta autorizada por Bush, según Zhang Qiyue, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, 'hace oídos sordos de las solemnes advertencias de China, es una grave violación de la soberanía china, una ruda interferencia en los asuntos internos de China, y acrecienta las tensiones en el estrecho de Taiwan'. Pekín, advirtió Zhang, 'se reserva el completo derecho a emprender acciones posteriores'.

Sin haberse resuelto aún el incidente del avión espía estadounidense EP-3, que todavía sigue en manos chinas, este contencioso arroja nuevos nubarrones sobre las relaciones entre Washington y Pekín. Pero Bush, que esta semana debía adoptar imperativamente una decisión sobre la vieja petición taiwanesa de modernizar su arsenal con material estadounidense, ha hecho lo posible por no franquear la línea roja de suministrar el sistema Aegis a la isla, que Pekín considera 'una provincia rebelde'.

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Bush, no obstante, ha aprobado el suministro a Taiwan de muchas de las armas incluidas en su lista de compras. Estados Unidos venderá a Taiwan cuatro destructores de la serie Kidd, una docena de aviones antisubmarinos y ocho submarinos impulsados por diésel. Se trata de reforzar a Taiwan frente a un bloqueo o ataque por parte de la China continental. Bush también dio permiso para que militares taiwaneses sean entrenados en el manejo de la nueva versión del sistema contra misiles Patriot, el PAC-3, que no será operativo hasta 2005 o 2006.

El paquete asciende a más de 4.000 millones de dólares (unos 760.000 millones de pesetas) y constituye el mayor refuerzo del potencial militar de Taiwan desde que, en 1992, George Bush, el padre del actual presidente, autorizó el suministro de 150 aviones de caza F-16. Como entonces, Pekín considera que la operación viola el acuerdo que en 1982 suscribió con Washington para la reducción de la cantidad y calidad del material bélico vendido a la isla.

La Casa Blanca insistió ayer en que las armas que van a ser vendidas a Taiwan son 'defensivas' y constituyen 'una reacción al refuerzo de la potencia militar china en el estrecho en los últimos años'. Precisamente, el avión de reconocimiento EP-3 capturado por China tenía como misión espiar este refuerzo, que inquieta mucho a Taiwan y sus influyentes partidarios en el Congreso norteamericano.

Washington subrayó que, en contra del deseo de las autoridades de Taipei, el paquete no incluye la venta de destructores Arleigh Burke equipados con el sistema Aegis, ni tampoco de helicópteros Apache, misiles HARM y tanques.

El paquete, según el portavoz de la Casa Blanca, es 'equilibrado' y 'no contiene nada que deba provocar temor a la República Popular China'. Es, según esa fuente, una 'mejora de la seguridad de Taiwan', provocada por el desequilibrio creado por el levantamiento por parte de Pekín de un poderoso sistema ofensivo en la zona. La venta del sistema de defensa antimisiles Aegis a Taiwan hubiera debilitado sin duda el poder de disuasión de las fuerzas de Pekín.

La reacción de los conservadores del Congreso que apadrinan a Taiwan era ayer de aplauso reticente. 'El presidente', dijo el senador republicano John Kyl, 'ha hecho lo que debía frente a la continua agresión y hostilidad por parte de China, pero no debería descartar una venta en el futuro del sistema Aegis'. El demócrata Richard Gephardt, líder de su grupo en la Cámara de Representantes, afirmó que Bush debería haber autorizado ya la venta del Aegis. Tras la compra de submarinos rusos Kilo, China dispondrá de 60 naves de ese tipo en 2005. Y ya cuenta con 300 misiles capaces de alcanzar a Taiwan, incrementando esa cifra a un ritmo de 50 por año.

Lo que más irrita a Pekín es que Washington provea a Taipei de submarinos propulsados por diésel, que considera un arma ofensiva. Estados Unidos, que ya no fabrica estos aparatos, tardará entre tres y cinco años en tenerlos listos. En cambio podrá entregar en 2003 los destructores Kidd, porque le quedan restos de serie de los que fabricó en los años setenta para el shah de Irán.

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