Nicaragua tiene sed
Nicaragua tiene sed. Las altas temperaturas, la falta de precipitaciones y diversas averías en la red han provocado que casi un millón de personas, algo más del 20% de la población, padezcan restricciones totales o parciales del suministro de agua potable, en ocasiones hasta de 21 horas diarias. Al ya de por sí deficiente sistema de abastecimiento se han unido la sequía y la evaporación, que han ido secando las fuentes que daban de beber a las principales ciudades de la franja occidental del país. Se teme incluso que aparezcan enfermedades relacionadas con la escasez del líquido: las autoridades sanitarias han decretado la alerta epidemiológica en Jinotega, 162 kilómetros al norte de Managua, donde doce personas han fallecido en lo que va de año por procesos diarréicos.
Almacenar agua es algo habitual en 39 barrios de Managua desde mediados de marzo. El agua deja de correr entre 6 y 17 horas, según las zonas. "Aquí se va el agua a las seis de la mañana y llega hasta las once de la noche", afirma Fidelina López, de 58 años, que reside en Villa Libertad, una de las zonas más afectadas por el mal funcionamiento de once pozos de suministro. "Tenemos que llenar baldes de agua para beber, lavar, cocinar... imagínese, la higiene de la casa, de los niños. Lo que sigue llegando igual que antes son las facturas".
Boaco, 88 kilómetros al noroeste de la capital, pasa por una situación especialmente crítica. La planta procesadora de esta ciudad sólo tiene capacidad para suministrar la mitad de los 4.543 litros por minuto que deberían consumir sus 30.000 habitantes. La mitad del líquido se pierde por el camino, por las fisuras de las ya viejas tuberías. Y eso, durante el invierno tropical (mayo a octubre), la época de lluvias. Ahora, en pleno verano, el río Fonseca se ha secado y el líquido sólo mana durante tres horas diarias. También se han secado el San Francisco y el Molino Norte en Matagalpa, el Pirre en Jiugalpa y el Dipilto en Ocotal. León sólo puede beber entre las dos del mediodía y las cinco de la tarde.
Navegar sin agua
El agua sigue siendo un tema pendiente en buena parte del territorio nicaragüense. Si las ciudades occidentales carecen de una eficaz red de abastecimiento, las áreas rurales, los barrios urbanos más deprimidos y las Regiones Autónomas del Atlántico, cuyos habitantes son de raza negra o de diversas etnias indígenas, siguen abasteciéndose a golpe de cubo y pozo, en un país en el que el 7% del territorio está cubierto por el agua dulce de lagos y lagunas. Sin embargo, la gran mayoría tiene televisión y, si gozan de los medios económicos necesarios, podrían contratar más de 60 canales por cable o servicio de conexión y navegación por Internet. Alrededor de un tercio de los nicaragüenses no puede abrir un grifo, pero sí tienen la posibilidad de pulsar el botón del mando a distancia o hacer click con el ratón.
La lluvia no cae y las temperaturas, que han alcanzado este mes los 38 grados centígrados en algunas zonas, se acercan peligrosamente a los máximos históricos. Los ojos se levantan al cielo esperando las precipitaciones de mayo, pero es posible que el invierno no llegue. "Hay fuertes indicios de que El Niño se establezca en nuestra región", afirma Xavier López Gutiérrez, director técnico de Meteorología del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales. El calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico provocada por este fenómeno, y la consiguiente ausencia de precipitaciones, puede alargar la sed.
La Empresa Nicaragüense de Agua y Alcantarillado (Enacal) se siente impotente para solucionar el problema. El presupuesto de la República apenas contempla partidas destinadas a paliar el problema. Enacal, que será privatizada antes de finalizar el año, cuenta cada año con alrededor de 23 millones córdobas (1,7 millones de euros), según la Gaceta (boletín oficial del Estado). Es un cifra muy por debajo de la que, por ejemplo, cobra anualmente el conjunto de los 400 funcionarios superiores (presidente, ministros, secretarios, asesores...): 624 millones de córdobas.
El ente público sólo puede desviar el curso de acuíferos aún húmedos, excavar nuevos pozos o repartir agua mediante camiones cisterna. Y buscar financiación externa, que no siempre llega. Se han realizado estudios de factibilidad para solucionar el problema en Boaco y se ha calculado cuanto costaría la solución: 5,9 millones de dólares estadounidenses (6,654 millones de euros. "Hemos buscado financiamiento a través de Japón, Corea, España y el Banco Interamericano de Desarrollo, pero todos se echan para atrás cuando se dan cuenta que es un proyecto costoso", afirma Sergio Tercero, gerente de Coordinación Territorial de Enacal.
A los ciudadanos sólo les queda remedio que recorrer varios kilómetros hasta las nuevas fuentes abiertas o comprar agua en los pozos particulares que cuentan con el aval del Ministerio de Salud. El barril, equivalente al consumo de dos días de los cinco miembros que tiene una familia media nicaragüense, se está vendiendo a 10 córdobas. El asentamiento, barrio marginal, de Hialeah, en Managua, lleva un mes de seco calvario. Cansados de esperar un solución que no llega, 115 familias se han organizado y elaborado un plan de emergencia. Ya está abierta una zanja de 250 metros de largo para traer agua de zonas cercanas.
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