¡Que no calle nadie!
La familia de una menor que acusa a un hombre de supuestos abusos sexuales pide a otros padres que rompan su silencio
'Mamá, si te enteraras de algo muy grave, ¿te enfadarías?'. La hija de Isabel empezó de ese modo la confesión de los supuestos abusos sexuales a los que su profesor en la Asociación Musical, y también empleado público en el pueblo, Museros, la había sometido. La menor, de 12 años, explicó que G. J. L., de 35 años, supuestamente aprovechó momentos en los que estaban solos en clase para manosearla.
Isabel y su compañero sentimental, Vicente, hablaron primero con la psicóloga del colegio Blasco Ibáñez, donde la menor estudia 1º de ESO. Y fue ella quien pasó la información a la Consejería de Bienestar Social. 'Nos dieron cita para el instituto Espil, con bastante retraso, y dos días después nos pusimos en contacto con el equipo de la Guardia Civil que atiende a la mujer y al menor. Fue entonces cuando decidimos presentar la denuncia', explica Vicente, el compañero de Isabel. Las diligencias están abiertas. El caso está en manos de un juzgado de Museros y el acusado prestará en breve declaración por exhorto en Valencia.
Entre unas cosas y otras, pasó un mes desde que la menor confesara lo ocurrido hasta que se formalizó la denuncia. 'Hemos querido ser cautos, esperar a que los profesionales determinaran también el grado de credibilidad. Y ha sido tal que tras presentar otra familia afectada una denuncia, la Guardia Civil le detuvo y prestó declaración'.
G. J. L. negó los hechos. Pero sobre él pesan ya dos denuncias: la de Isabel y la de otros padres afectados cuya hija tiene 13 años.
Desde que estallara el caso, G.J.L., ha abandonado su casa en Museros, ha dejado de impartir clases de música, no mantiene el mismo turno de trabajo y tiene un expediente abierto.
La hija de Isabel ha sido alumna de G.J.L. durante tres años. Es una niña alta, introvertida, tímida, de carácter infantil, que le gusta vestir a lo chico y se pasa horas leyendo tebeos. 'Es una estudiante normal, iba muy ilusionada a las clases de música porque quiere aprender a tocar bien el clarinete. Pero de pronto empezó a cambiar. Algo raro pasaba. Quería dejar las clases, suspendió una asignatura... Y lo que estaba pasando era esto. No podía creerlo. Uno siempre piensa que no le va a pasar. Estás tentado de callar', relata Isabel.
Pero ellos han elegido hablar y quieren que si hay más alumnas que han sufrido abusos por parte de ese mismo profesor que hablen. 'Olvidar y dejarlo todo no arregla nada. Es cierto que en un pueblo tan pequeño como éste las habladurías corren, todos nos conocemos. Pero la verdad tiene que estar por encima. ¿Cuántas otras víctimas puede haber? Sabemos que es duro, pero hay que decirlo', añade Isabel.
La pequeña, que sigue yendo al colegio y a clases de música, continúa asistiendo a terapia en el instituto Espil. Lo que al principio eran tocamientos ocurridos durante el mes de diciembre pasado, esconde detrás alguna otra experiencia más subida de tono. Hasta el momento, se sabe que él, con el pretexto de darle clases particulares de piano, citó a la niña en su casa. No había nadie más en la vivienda y de lo que allí ocurrió aún no se conocen detalles.
En el pueblo, según Isabel y Vicente, la respetabilidad de un empleado público está siendo suficiente para tirar por tierra dos denuncias y alimenta el silencio de una tercera víctima que aún no ha puesto el caso en manos de la Guardia Civil. 'Todos los rumores son a favor de él. Quisiera que todos esperáramos para juzgar a que lo haga la justicia. Nosotros queremos que las investigaciones avancen, que se sepa la verdad', dice Isabel.
El supuesto autor de los abusos es conocido desde la infancia de Vicente. 'Yo tocaba en la banda de música y él también. Vive frente a nuestra casa. Cómo podíamos pensar que algo así pudiera ocurrir. siempre hemos tenido de él la imagen que tienen todas, de buena persona. Pero mi hija ha pasado por una experiencia terrible. El silencio no es la mejor defensa, para nadie'.
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