¿Será cierto?
Lo cierto es que ningún político (¿merece este apelativo?) me ha despertado nunca tanta animadversión como el señor Álvarez del Manzano en la historia democrática reciente de este sufrido país. Dado el alcalde que nos ha tocado en mala suerte a los madrileños, la noticia de cualquier proyecto suyo, por necesario que fuese, me ha producido siempre más desasosiego y desesperación que ilusión e interés. La razón: en general, los proyectos del señor Álvarez del Manzano han supuesto casi siempre el cambio de lo deteriorado (o ni eso) por lo disparatado, lo patético, lo hortera sin paliativos. Así, cuando he leído hoy (7 de abril de 2001) en las páginas de Madrid de EL PAÍS que se pone en marcha un plan de remodelación de la Gran Vía que incluye la eliminación de los chirimbolos y los maceteros -cajones de berzas- y la incorporación de barandillas de 'aliento moderno' y de farolas de 'diseño más vanguardista', me he sentido más que alborozado.
¿Habrá comprendido nuestro alcalde que estamos ya en el primer año del siglo XXI? ¿Habrá reparado en que farolas como las que ha colocado en la calle de Alcalá o en el paseo de la Castellana resultan humillantes? ¿Habrá pensado, que si quiere que esta ciudad sea sede olímpica algún día, no puede permitirse seguir siendo la más cateta de las capitales europeas? Deseo la llegada de un gobierno progresista al Ayuntamiento como el que más. Pero seré justo y agradecido con los responsables de insuflar un mínimo aire de modernidad a esta maltrecha ciudad. Aunque sean del PP.
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